Amado hermano y amigos todos que El Dios del cielo Bendiga sus almas;
Dice La Biblia en el evangelio según San Lucas; capitulo 18, verso 9 en adelante, que en una ocasión pasando Jesús por una aldea entre Samaria y Galilea y estando con El sus discípulos se acercaron unos fariseos; El Señor conociendo los pensamientos de estos hombres les refirió una parábola diciendo a unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros,
“Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano; El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano; Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.; Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido”.
Hoy en día hay millones que viven como el ejemplo del fariseo; dice que este daba gracias a Dios porque no era como los demás hombres que cometían grandes fechorías; orgulloso de lo que consideraba “mucha justicia”; así mismo la mayor parte de la humanidad vive resaltando las “obras humanas” que hacen; no tomando en cuenta que ningún esfuerzo humano basta para alcanzar salvación (Efesios 2:9); cuando reciben el llamado al arrepentimiento; se jactan como este fariseo de las pocas o muchas cosas que pueden hacer; unos se vanaglorian de su religión, otros de ser buenos padres, vecinos, trabajadores, etc; hasta llegan a creerse demasiado “buenos” por su correcto desempeño en algunas facetas de la vida (Marcos 10:18).
Este fariseo tenía religión; confiaba en eso y en sí mismo; viviendo una total independencia de Dios; sin embargo al final de la parábola Jesús dice que aquel regresó de aquel ritual religioso sin justificación alguna, todo lo contario terminó aquel prosélito con la casi segura humillación debido a su altivez.
La segunda parte del relato nos muestra a un publicano que también bajo a la sinagoga a orar; pero este con un corazón humillado, dolido; su arrepentimiento era tan genuino que ni se atrevió a alzar sus ojos al cielo; este no presumió de su cultura, dinero ni su posición como empleado del gobierno romano de la época; reconoció sus faltas tanto que dice no se acercó al altar, sino que desde lejos confesó sus transgresiones y pidió el perdón de Dios, que tuviese misericordia de el.
Oh amado amigo y hermano si cada uno de los hombres que hoy vagan de aquí para allá sin darse cuenta que sus pecados ha creado una pared entre ellos y Dios, imitasen a este recaudador de impuestos que gracia y perdón alcanzarían con El Señor; pues al que El viene no le echa fuera (Juan 6:37).
Hoy es el día de pasar de ser un hombre que alardea de su condición pero sin Cristo y sin salvación a ser un hombre que reconoce sus faltas; humillado delante de Dios pero con la promesa de vida eterna
Si este mensaje toco tu corazón y deseas recibir a Cristo en tu vida o reconciliarte con tu Salvador ; Haz esta oración de fe , " Señor Jesucristo , reconozco que soy un pecador y he vivido alejado de ti , hoy creo y reconozco que tu moriste en la cruz por mí , perdona mis pecados , ven a mi vida , escribe mi nombre en el libro de la vida , desde hoy y para siempre prometo servirte hasta el día de mi muerte o tu venida , lléname de tu Espíritu Santo, Amen"
Dios te bendiga
Tu amigo y Hno. David Criollo
No hay comentarios:
Publicar un comentario