miércoles, 17 de septiembre de 2014

EL DESTINO DE LOS CREYENTES CODICIOSOS

Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. /
1ra a Timoteo 6:10

Hoy quisiera que reflexionemos un poco acerca de un tema que en la iglesia moderna no se alerta a los creyentes sino todo lo contrario, disimuladamente se le está incitando y en algunos sectores hasta ya la constituyeron una doctrina. Con el fin de demostrar las terribles consecuencias a donde la codicia puede conducir a la humanidad y en nuestro caso a la iglesia, tomaremos el ejemplo de tres hombres que fueron llamados por Dios con un gran propósito pero debido a este mal terminaron en gran fracaso.

Balaam, El profeta alquilado:

“…Tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad” 2da de Pedro 2:14-15

En el libro de números capítulo 22 al 24 encontramos la escena en la que los hijos de Israel capitaneados por Moisés iban en el trayecto que Dios les había señalado, y en este caso particular acampaban en los campos de Moab, viendo esto Balac rey de aquel territorio sintió temor ya que conocía lo que Dios había hecho con Israel en otros pueblos; al instante Balac envió a buscar a Balaam que era un profeta de Dios para que maldijese a los hijos de Israel; pues se conocía la fama de que aquel vidente era muy usado por Jehová, pero a aquella invitación Balaam consultó con Dios si era su voluntad que el hiciera aquella tarea, a la cual El Señor respondió con un no, ya que Israel era un pueblo bendecido por su mano; Balaam envió respuesta a Balac, pero el mismo insistió, esta vez el soborno era más grande, pues quería “honrarlo” por el favorcito; Balaam ante esta seductora propuesta no se negó sino que consultó a Jehová, El Cuál al conocer que el corazón de aquel profeta estaba lleno de codicia no le puso obstáculo y le permitió tomar aquel camino que luego lo llevaría a la destrucción. Durante el recorrido aquel hombre no despertó aunque una asna le habló y un ángel se le apareció, pues el que está lleno de codicia no recapacita sino que hasta no obtener el botín no se detiene; así Balaam siguió su ruta de muerte que finalizaría pronto.

Más adelante leemos que en si Balaam no maldijo a Israel con palabras, pero los incitó con placeres de la carne y adoración de falsos dioses (Números 31:15-16), lo que originó la muerte de 24 mil israelitas. El que había sido un instrumento de bendición terminó siendo un vil traidor a Dios y una maldición para el pueblo del Señor. Aquel profeta culminó sus días muriendo bajo la espada de los israelíes. (Números 31:8)

Giezi y la lepra de la avaricia:

“Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte. Él entonces le dijo: ¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas?, Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve.” 2da de Reyes 5:25-27

Este es el ejemplo para cada ministro del Señor; es la escena en la que un general sirio llamado Naamàn que padecía de lepra vino a Eliseo siervo de Jehovà para que Dios por medio de él le sanara de aquella terrible enfermedad; Naamàn recibió la sanidad después de un proceso que no viene al tema; aquel sirio agradecido con Eliseo le ofreció presentes, los cuales el siervo de Dios se negó a tomarlos, pues el ministerio es para glorificar a Dios y servirle al prójimo, no para enriquecerse; asi Eliseo despidió a Naamàn pero un criado de Eliseo llamado Giezi es su carrera materialista no iba a dejar pasar la oportunidad de sacar provecho del ministerio y fue donde Naamàn con mentiras para sacarle bienes; una vez concretada su fechoría vino donde Eliseo el cual sin vacilar le anunció el juicio de Dios por su codicia y lo despidió.
Este es un ejemplo a seguir; Eliseo dio tres claves para mantener un ministerio limpio y sin descredito; no le dio un trato especial a Naamàn por ser de clase alta, no recibió ningún pago por el milagro que Dios obró y expulsó de la obra a aquel que con su pecado dañaría el testimonio de Eliseo y arrastraría al resto con su mal ejemplo.

Gedeón, de libertador a tropiezo de su pueblo:

“Y les dijo Gedeón: Quiero haceros una petición; que cada uno me dé los zarcillos de su botín (pues traían zarcillos de oro, porque eran ismaelitas)… Y Gedeón hizo de ellos un efod, el cual hizo guardar en su ciudad de Ofra; y todo Israel se prostituyó tras de ese efod en aquel lugar; y fue tropezadero a Gedeón y a su casa.” /Jueces 8:24 y 27

Este es el caso que más se asemeja a nuestros días; Gedeón fue un hombre llamado  por Dios para ser el general del ejército que iría a la batalla contra Madian y otros pueblos; usted puede leer en el capítulo 7 y 8 como de una manera sobrenatural Jehová obró a través de este hombre,  en esas batallas en una ocasión tomó a los reyes de los madianitas y cuando todo marchaba en victoria, aquel siervo de Dios hizo una petición que al comienzo parecía insignificante pero que llevaría a la desgracia de su vida y al resto de aquel pueblo. En el versículo 24 vemos como pidió a unos ismaelitas que le entregaran sus zarcillos de oro y con esto Gedeón edificó un efod, que era símbolo de idolatría y aquel pueblo se prostituyó ante aquel efod, luego de la muerte de Gedeón aquello empeoró, pues el pueblo retornó a sus viejas costumbre paganas.
Aquel Gedeón no sólo lanzó al pueblo a la idolatría sino que no dejó ningún legado a las generaciones siguientes. Hoy ocurre lo mismo, con tristeza leemos y escuchamos de siervos de Dios que por décadas anunciaron un mensaje de arrepentimiento, de celo por la obra de Dios, de separación de lo mundanal y atacando falsas doctrinas y  hoy defienden lo ayer atacaron, permiten lo que ayer condenaron y hasta practican lo que antes aborrecieron; todo con la intención de ganar ascendencia entre algunos sectores llamados cristianos, codearse con los liderazgos religiosos y por supuesto beneficiarse de todos los beneficios materiales que esto conlleva.
¡oh amado hermano que tragedia!, la codicia es un arma sutil y atractiva que Satanás usó y hoy sigue usando para destruir a la iglesia; los ministerios se han corrompido, el pueblo está más anhelante de lo temporal que de lo eterno; es doloroso que la bendición de un siervo de Dios se mida por lo que tiene y no por su labor de predicador, la venta de los milagros, la subasta por la salvación de las almas ahora son doctrinas y hasta se jactan enseñándola por medios de comunicación masiva.
Se deben levantar los Eliseos en esta época terrible del evangelio mercantilista y expulsar a los Giezis de los púlpitos y no permitir que los Balaam sigan trayendo corrupción e inmoralidad al campamento de los santos.


Que pensaban los cristianos primitivos acerca de la codicia y el afán por lo material?

Hermas (150 d.C.) “…éstos son los que han sido creyentes, pero se hicieron ricos y tuvieron renombre entre los gentiles. Se revistieron de gran orgullo y se volvieron arrogantes, y abandonaron la verdad y no se juntaron con los justos, sino que vivieron del todo a la manera de los gentiles, y su camino les pareció más placentero a ellos… “

Clemente de Alejandría (195 d.C.) “…la riqueza puede, sin la ayuda de nada, corromper al alma de aquellos que la poseen y extraviarlos del camino de la salvación.” El describió la riqueza como “un peso de que debemos despojarnos, el cual debemos echar de nosotros como una enfermedad peligrosa y fatal…”

Tertuliano (197 d.C.) “La avaricia no consiste sólo en la concupiscencia de lo ajeno. Aun lo que nos parece ser nuestro es en realidad ajeno, ya que nada es nuestro, sino que todas las cosas son de Dios a quien pertenecen aun nuestras personas. Si por haber sufrido alguna pérdida caemos en impaciencia, doliéndonos de haber perdido lo que en realidad no es nuestro, mostramos con ello que no estamos libres aún de la avaricia. Amamos lo ajeno, cuando soportamos difícilmente la pérdida de lo ajeno. Quien se deja llevar de la impaciencia, anteponiendo los bienes terrenos a los celestiales, peca directamente contra Dios, pues aniquila el espíritu que recibió de Dios entregándose a los bienes de este siglo... “

Se despide en El Señor tu amigo y Hno. David Criollo

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