I. Origen y naturaleza de los demonios
II. Adoración de los demonios
III. Actividades y posesión de demonios
IV. La autoridad de los cristianos sobre los demonios
V. Los ángeles caídos
I. Origen y naturaleza de los demonios
Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre. Génesis 6:4
Dios encomendó el cuidado de los hombres y de las cosas colocadas bajo el cielo a los ángeles, a los cuales puso al frente de esta misión. Mas los ángeles, traspasando el orden establecido, cayeron en deshonestidades con las mujeres y engendraron hijos, los que han sido llamados demonios. Más adelante sometieron a dura servidumbre a los hombres, en parte con escritos mágicos, en parte con terrores y suplicios que les inferían, en parte con los sacrificios, inciensos y libaciones que les enseñaban, pues comenzaron a necesitar de estas cosas desde que fueron emancipados de las enfermedades de la concupiscencia; finalmente sembraron entre los hombres las muertes, las guerras, los adulterios, los crímenes y toda clase de vicios. De aquí que los poetas y los autores de fábulas, como no conocían a los ángeles ni sabían que los demonios engendrados por los ángeles habían realizado contra hombres y mujeres, contra ciudades y naciones las cosas que señalaban en los libros, trasladaron esto (a los dioses)… En efecto, con el nombre que cada demonio se había puesto a sí mismo y a sus hijos, llamaron los poetas a sus dioses. Justino Mártir (160 d.C.)
Las almas de los gigantes, que son los demonios, están vagando en el mundo y hacen cosas similares a (los ángeles caídos). Atenágoras (175 d.C.)
Hay espíritus falsos, errantes, privados de su poder celeste por las debilidades y pasiones terrenas. Tales espíritus, tras perder su sencillez natural bajo el peso de los vicios en que se hallaban inmersos, perdidos como están, no dejan de perder a los demás para consolarse en sus desgracias; viéndose depravados, contagian el error y, apartados de Dios, tratan de apartar a los demás introduciendo falsas religiones. Que esos espíritus son los demonios lo saben los poetas y lo explican los filósofos. Marco Minucio Félix (200 d.C.)
Por eso digo que hay ciertas sustancias espirituales que se llaman demonios. No es nuevo el nombre para los filósofos: Sócrates consultaba a un demonio en sus asuntos… Todo espíritu es más ligero que un ave: en esto convienen ángeles y demonios. En un momento están en todas partes: para ellos casi todo el mundo es un lugar. Por esto fácilmente saben qué se hace en cada puesto, y con la facilidad que lo saben lo dicen. Esta velocidad es tenida por divinidad; porque su naturaleza se ignora. Tertuliano (211 d.C.)
II. Adoración de los demonios
Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que ustedes os hagáis partícipes con los demonios. 1 Corintios 10:20
Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar. Apocalipsis 9:20
Antiguamente los malos demonios, cuando se hacían presentes, estupraban a las mujeres y corrompían a los niños y mostraban a los hombres cosas terribles, hasta tal punto que se llenaban de terror los que juzgaban de estas cosas no por la razón, antes al contrario, sobrecogidos por el miedo, e ignorando la existencia de malos demonios los llamaban dioses y designaban a cada uno con el nombre que cada demonio se había puesto a sí mismo. Justino Mártir (160 d.C.)
En cambio, los falsos profetas, llenos del espíritu embustero e impuro, no hicieron ni hacen caso, sino que se atreven a realizar ciertos prodigios para espantar a los hombres y glorificar a los espíritus del error y a los demonios. Justino Mártir (160 d.C.)
Lo que (los demonios) más encargan a sus servidores, cercándoles y cegándoles la razón, es que se les sirva con viandas de olor y sangre ofrecidas a los ídolos: y el plato más regalado y más cuidadosamente apetecido es apartar a los hombres con engañosos encantos del conocimiento de la divinidad verdadera. Tertuliano (197 d.C.)
Estos espíritus impuros, que, como han mostrado los magos, los filósofos y Platón, no son sino demonios, se ocultan bajo la forma de estatuas e imágenes sagradas y, con su influencia, se revisten de la autoridad propia de una divinidad realmente presente, inspirando a veces a los adivinos, habitando en los templos… atormentan los miembros del cuerpo para obligarlos a darles culto de modo que, saciados por el olor de los altares o por los animales inmolados, parezca que han operado la curación, cuando sólo han soltado lo que les oprimía. Marco Minucio Félix (200 d.C.)
Cuando los demonios son adorados afirman falsamente que son dioses con el propósito de encaminar a los hombres en el error. Lactancio (304-313 d.C.)
III. Actividades y posesión de demonios
Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó. Mateo 4:24
Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. Hechos 16:16
Consideramos de interés para todos los hombres que no se les impida aprender esta doctrina, sino que se les exhorte a ella, porque lo que no lograron las leyes humanas, ya lo hubiera realizado el Verbo divino si los malvados demonios no hubieran esparcido muchas e impías calumnias, tomando por aliada a la pasión que habita en cada uno, mala para todo, y multiforme por naturaleza: con esos crímenes nada tenemos que ver nosotros (de la falsa acusación que los cristianos comían carne humana). Justino Mártir (160 d.C.)
(Los demonios) luchan esforzadamente para convertirlos en esclavos y ministros suyos, y bien por visiones en sueños, o bien por mágicos encantos, conquistan a todos aquellos que no se preocupan de su salvación. Justino Mártir (160 d.C.)
Porque ninguna otra cosa pretenden los demonios, por ninguna otra luchan, sino por apartar a los hombres de Dios creador y de su primogénito Jesucristo. Justino Mártir (160 d.C.)
(Los herejes ) no son capaces de dar la vista a los ciegos, ni el oído a los sordos, ni expulsar a todos los demonios, sino sólo a aquellos que a ellos mismos se les meten, si es verdad lo que dicen. Ireneo (180 d.C.)
El oficio del demonio es hacer caer al hombre: bien se le conoció el intento de su malicia en la ruina del primer hombre. Ejecutan en los cuerpos enfermedades y calamitosos accidentes: en las almas pasiones repentinas, y excesos extraordinarios y violentos. Para invadir alma y cuerpo mucho les ayuda la sutileza y tenuidad. Mucho puede la valentía de los espíritus: son fuerzas casi irresistibles; tan disimuladamente ofenden, que parece más insensible el modo secreto de dañar que la espiritualidad de su naturaleza… Con el mismo secreto y con el mismo vicio apestan los entendimientos humanos, enfureciéndolos con locas lascivias, con desatinados furores, con crueles torpezas, con errores varios, de los cuales el principal y que más encarga a sus servidores, cercándoles y cegándoles la razón, es que se les sirva con viandas de olor y sangre ofrecidas a los ídolos: y el plato más regalado y más cuidadosa-mente apetecido es apartar a los hombres con engañosos encantos del conocimiento de la divinidad verdadera. Tertuliano (197 d.C.)
En la curación de las enfermedades, (los demonios) son llanamente beneficiosos. Primero dañan, y después dan el remedio, nuevo o contrario, y entonces se entiende que curan cuando dejan de dañar. ¿Cómo diré las fuerzas, las trazas, las artes que tienen los demonios para ingeniar encantos engañosos? Tertuliano (197 d.C.)
A más de esto los magos, con la potestad del demonio invocada y asistente, hacen que aparezcan fantasmas, que las almas de los difuntos respondan, que los niños hablen y adivinen; si con los círculos engañan los ojos con tal apariencia, soñando representan prodigios; si hacen que hablen las cabras y que adivinen las mesas; si esto hace el demonio por negociación de un mago, ¿qué hará por su interés obrando con toda su voluntad y su fuerza? Tertuliano (197 d.C.)
Asimismo, los magos no sólo conocen a los demonios, sino que incluso por medio de ellos hacen todos los prodigios con los que se divierten; bajo su inspiración e influjo realizan sus imposturas de hacer que aparezca lo que no es y que desaparezca lo que es. Hostanes, el primero de esos magos… ha proclamado que los demonios son seres terrenales, errantes y enemigos del género humano. Marco Minucio Félix (200 d.C.)
Así es como (los demonios) hacen caer a las almas desde lo alto del cielo y las apartan del Dios verdadero para conducirlas a las cosas materiales; perturban la vida, inquietan los sueños; introduciéndose ocultamente en los cuerpos como espíritus sutiles, provocan enfermedades y aterrorizan la mente. Marco Minucio Félix (200 d.C.)
IV. La autoridad de los cristianos sobre los demonios
Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo? Mateo 8:28-29
Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. Lucas 10:17
Porque el Logos se hizo hombre según el designio de Dios Padre y nació para bien de los creyentes y para destrucción de los demonios. Justino Mártir (160 d.C.)
Muchos de nuestros hermanos cristianos, invocando por el nombre de Cristo… sanaron en todo el mundo y en su ciudad a muchos poseídos por el demonio, a quienes no habían podido sanar los demás conjuradores, encantadores y magos; hoy también los sanan, expulsando y venciendo a los demonios que los poseen. Justino Mártir (160 d.C.)
Por eso sus discípulos verdaderos (de Cristo) en su nombre hacen tantas obras en favor de los seres humanos, según la gracia que de él han recibido. Unos real y verdaderamente expulsan a los demonios, de modo que los mismos librados de los malos espíritu-tus aceptan la fe y entran en la iglesia. Ireneo (180 d.C.)
Jesucristo, Hijo de Dios, al que obedecen todos los demonios, los espíritus malvados y todas las potencias rebeldes. Ireneo (180 d.C.)
Incluso en este día, los poseídos por demonios a veces son excorcizados en el nombre del vivo y verdadero Dios. Y estos mismos espíritus del error confiesan que son los demonios que inspiran a estos escritores (a los poetas paganos). Teófilo (180 d.C.)
El cantor de que yo hablo no se hace esperar: viene a destruir la amarga esclavitud de los demonios que nos tiranizan, cambiándola por el dulce y amable yugo de la piedad para con Dios. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Todo el poder de los demonios… está sujeto a nosotros. Tertuliano (197 d.C.)
Todas estas cosas las saben la mayor parte de los suyos y los propios demonios las confiesan de sí mismos cada vez que los expulsamos de los cuerpos por medio del tormento de nuestra palabra y del fuego purificador de nuestra oración. Marco Minucio Félix (200 d.C.)
. V. Los ángeles caídos
Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. Génesis 6:1-2
Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio; y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos. 2 Pedro 2:4-5
Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día. Judas 6
Luego, cuando te acucia el deseo de muchos negocios y el de muchas y costosas comilonas y borracheras y de varias lujurias que son impropias, y el deseo de mujeres, y la codicia y la altanería y la jactancia, y de todas las cosas semejantes a éstas;
cuando estas cosas, pues, entran en tu corazón, sabe que el ángel de maldad está contigo. Hermas (150 d.C.)
Dios encomendó el cuidado de los hombres y el de las cosas colocadas bajo el cielo a los ángeles, a los cuales puso al frente de esta misión. Mas los ángeles caídos fueron cautivados por el amor de las mujeres; y así engendraron hijos, los cuales son los demonios, más adelante sometieron a dura servidumbre a los hombres, en parte con escritos mágicos, en parte con terrores y suplicios que les infligían, en parte con los sacrificios, inciensos y libaciones que les enseñaban, pues comenzaron a necesitar de estas cosas desde que fueron emancipados de las enfermedades de la concupiscencia; finalmente sembraron entre los hombres las muertes, las guerras, los adulterios, los crímenes y toda clase de vicios. Justino Mártir (160 d.C.)
Los ángeles pecaron y se sublevaron contra Dios. Justino Mártir (160 d.C.)
Pero algunos (de los ángeles) ultrajaron la constitución de su naturaleza y descuidaron el control que les había sido confiado… Estos ángeles cayeron en amor impuro con las vírgenes y fueron subyugados por la carne… Aquellos que son llamados gigantes fueron engendrados por estos amantes de vírgenes. Atenágoras (175 d.C.)
La maldad, extendiéndose continuamente, alcanzó e inundó la raza humana; sólo un poco de semilla de justicia quedaba en ella. Porque, además, sobre la tierra tenían lugar uniones ilegítimas: los ángeles fornicaron con las hijas de los hombres, quienes dieron a luz unos hijos que por su enorme estatura fueron llamados gigantes. Los ángeles, entonces, dieron a sus esposas como regalo malignas enseñanzas. Les enseñaron la manera de obtener extractos de flores y plantas, tintes y pinturas, joyas y cosméticos, los celos y los amores apasionados, la seducción y la coquetería, los sortilegios de la magia, toda clase de adivinación e idolatría odiados por Dios. Y una vez desencadenadas tales cosas, el mal se expandió hasta desbordar, y la justicia disminuyó hasta casi desaparecer. Ireneo (180 d.C.)
También Enoc agradó a Dios sin la circuncisión, pues, siendo hombre, Dios lo envió como su legado ante los ángeles y “fue arrebatado,” y vive hasta hoy como testigo del juicio de Dios, porque los ángeles caídos fueron castigados, en cambio el hombre que agradó a Dios fue elevado para salvarse. Ireneo (180 d.C.)
Dios, envió justamente el diluvio en tiempo de Noé, para acabar con la raza malvada de aquellos se res humanos de esa época, los cuales ya no podían dar frutos para Dios, sino que se habían unido con los ángeles pecadores. Ireneo (180 d.C.)
El afirmó que algunos de los ángeles pertenecen al diablo, y para ellos se preparó el fuego eterno… Y como Dios creó todas las cosas, pero el diablo se convirtió en causa de la apostasía propia y de los otros, con justicia la Escritura a quienes perseveran en la apostasía siempre los llama hijos del diablo y ángeles del maligno. Ireneo (180 d.C.)
Los ángeles que hubieron obtenido un rango superior, habiéndose hundido en placeres, revelaron a las mujeres los secretos que habían llegado a su conocimiento. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
De esta misma calidad son los servicios que hacen al César los que consultan a los astrólogos, a los adivinos, a los agoreros y a los magos sobre su vida y salud. Estas artes las inventaron los ángeles apóstatas, y Dios las tiene prohibidas. Tertuliano (197 d.C.)
Aquellos ángeles que inventaron las joyas y otras cosas son señalados bajo condenación al castigo de la muerte. Son los mismos ángeles que se precipitaron desde el cielo sobre las hijas de los hombres… Ellos dieron a conocer las técnicas de la metalurgia, enseñaron las propiedades naturales de las hierbas, divulgaron el poder de los encantos, pusieron al descubierto toda curiosidad, incluso la interpretación de las estrellas. Ellos concedieron peculiarmente a las mujeres los medios que sirven de ostentación femenina: la alhajas, los tintes… y los polvos negros que hacen resaltar los párpados y las pestañas. Tertuliano (198 d.C.)
Yo establezco esta proposición: Aquellos ángeles, los desertores de Dios, los amantes de mujeres, también fueron los descubridores de este arte curioso (la astrología). Y debido a ello, fueron también condenados por Dios… Pues nosotros sabemos del mutuo vínculo entre la magia y la astrología. Tertuliano (200 d.C.)
¿Temen al hombre, oh, cristianos? ¿Ustedes que deberían ser temidos por los ángeles, puesto que han de juzgarlos? Tertuliano (212 d.C.)
Tal fue la belleza de las mujeres que desvió a los ángeles. Como resultado, siendo contaminados, no podían regresar al cielo. Siendo rebeldes a Dios, profirieron palabras contra Él. Entonces el Altísimo pronunció su juicio contra ellos. Y de su simiente nacieron gigantes. Las artes llegaron a ser conocidas en la tierra por medio de ellos. Ellos enseñaron el teñido de lanas… Cuando ellos murieron, los hombres les erigieron imágenes. Comodio (240 d.C.)
Los ángeles apóstatas y pecadores introdujeron en adelante con sus artes todas estas cosas (por ejemplo las joyas), cuando descendieron a la tierra abandonaron su vigor celestial. Ellos también enseñaron a las mujeres a pintarse de negro alrededor de los ojos y a mancharse las mejillas de un color rojo falso. Cipriano (250 d.C.)
Dios en su previsión, envió ángeles para la protección y mejoría de la raza humana, no sea que el diablo… corrompiera y destruyera a los hombres por medio de sus engaños. Puesto que Dios les había dado a estos ángeles libre albedrío, sobre todo, les amonestó a no profanarse con las contaminaciones de la tierra y de esta manera perder la dignidad de su naturaleza celestial… Sin embargo, mientras los ángeles vivieron entre los hijos de los hombres, por su cercana asociación a las normas que regían la tierra, gradualmente fueron seducidos por los vicios y contaminados por relaciones sexuales con mujeres. De allí en adelante, no siendo admitidos en el cielo debido a sus pecados en los cuales se habían hundido, cayeron a la tierra. Lactancio (304-313 d.C.)
Ciertos ángeles, rehusando someterse a los mandamientos de Dios, resistieron su voluntad. Y uno de ellos cayó como un relámpago a la tierra, mientras otros, hostigados por el dragón, buscaron placer en relaciones sexuales con las hijas de los hombres. Y de esta manera, vino sobre ellos la recompensa reservada del castigo del fuego eterno.Discusión entre Arquelao y Manes (320 d.C.)
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