viernes, 13 de marzo de 2015

HASTA QUE TODO FUE LEUDADO - Comentario a la parábola de la levadura (Mateo 13:33)





Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado. Mateo 13:33






La parábola de la levadura ha sido objeto de enseñanza durante la edad cristiana, estas enseñanzas van dirigidas hacia una alegoría con el crecimiento del evangelio y en nuestra época ha sido el fundamento del movimiento neopentecosal llamado dominionismo o reino ahora, donde los maestros de esta falsa doctrina alegan que esta es una profecía de que el cristianismo se iba a apoderar del mundo, en realidad es cierto que Jesús dijo que el evangelio sería predicado en todo el mundo (Marcos 13:10) pero nunca enseñó que los creyentes iban a escalar a las altas esferas sociales y políticas de este reino ajeno. Enseñanza que va en contra del mensaje cristo céntrico y la posición de los primeros cristianos, un creyente del segundo siglo dijo: “Los confines más alejados del universo no me servirán de nada, ni tampoco los reinos de este mundo. Es bueno para mí el morir por Jesucristo, más bien que reinar sobre los extremos más alejados de la tierra… No concedan al mundo a uno que desea ser de Dios, ni le seduzcan con cosas materiales. Permítanme recibir la luz pura… Pónganse de mi lado, esto es, del lado de Dios. No hablen de Jesucristo y a pesar de ello deseen el mundo”. Ignacio (105 d.C.)

Así que dejamos claro que una “conquista cristiana” en el mundo no es más que una de las tantas semillas de cizaña que el enemigo ha metido en la iglesia; pero el objeto de nuestro estudio hoy no es esta falsa doctrina sino el estudio de la parábola de Mateo 13:33.
En la escritura cada vez que un predicador citó el término levadura era para anunciar algún peligro o contaminación con falsas enseñanzas o prácticas, de allí surgió mi inquietud, y profundizando un poco usted verá algunos detalles interesantes.


El término levadura en la escritura:
Por siete días no se hallará levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado, así extranjero como natural del país, será cortado dela congregación de Israel. (Éxodo 12:19)
Ninguna ofrenda que ofreciereis a Jehová será con levadura (Levítico 2:11)
Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos. (Mateo 16:6)
Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos. (Mateo 16:12)
En esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. (Lucas 12:1)
Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. (1ra a los Corintios 5:7)
He citado algunos de tantos pasajes donde se menciona el término levadura y podrán leer que en todos se le relaciona con un aspecto contrario a la voluntad de Dios.


…y escondió:
El relato dice que la mujer escondió la levadura, es decir que con astucia disfrazó aquel ingrediente en un pan que debía ser puro, asimismo los apóstoles anunciaron que se levantarían falsos maestros que engañarían, ¿pero de qué manera?
Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras…(2da de Pedro 2:1)
Fíjense hermanos que Pedro dijo que los falsos maestros INTRODUCIRÀN ENCUBIERTAMENTE sus engañosno se parece a lo que hizo la mujer en el relato de Cristo?
Además dijo  como habrá entre vosotros. El apóstol no se refirió a los musulmanes, ni los hinduistas sino a unos maestros que eran evangélicos nominales y que traerían un mensaje con apariencia cristiana pero con contenido totalmente alejado de las enseñanzas del maestro.


Quién es esta mujer?
Bueno esto es de mera interpretación personal pero con un respaldo bíblico, que quizás le haga reflexionar, leamos:
Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos, Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación… Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro, Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene las siete cabezas y los diez cuernos, Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra. Apocalipsis 17
La gran mayoría de estudiosos de las escrituras han coincidido en que esta mujer a la que se refiere apocalipsis 17 es Roma, y no sólo la ciudad como tal sino de la religión romana y todas sus hijas religiosas, es decir que fácilmente puedo atreverme (yo) a decir que esta mujer es la religión católica y sus enseñanzas.
Pero esta no es una afirmación a la ligera, en los escritos históricos podemos hallar como fue que esta mujer (religión católica) escondió la levadura en el mensaje que Cristo y los primeros cristianos enseñaron y practicaron, para ello tomaremos el siguiente escrito publicado un hermano.

Cómo Constantino trató de cristianizar el imperio
Desde el tiempo del emperador Nerón del primer siglo, no había ninguna dinastía permanente de emperadores romanos. Al contrario, un emperador reinaba un tiempo y luego era derrotado por otro. En el año 306 d. de J.C., cuatro rivales compartían la autoridad imperial de Roma. Severo reinaba sobre Italia y África del Norte. Constantino reinaba en Bretaña y Galia. Dos otros compartían el imperio oriental. Cuando Severo fue destronado por otro rival llamado Majencio, Constantino se declaró el único emperador legítimo del imperio occidental. Constantino era líder bastante hábil, un hombre de decisión y de acción, capaz tanto de inspirar al pueblo como también de organizarlo. Poco después de declararse el único emperador legítimo del occidente, empezó a cruzar los alpes para asaltar a Roma y destronar a Majencio. Después de ganar una serie de victorias,Constantino empezó la última fase de la marcha a Roma en el año 312. Mientras se acercaba a Roma, tuvo una experiencia que iba a tener un impacto profundo en la historia del cristianismo y del mundo entero.
La relación de Constantino desde este momento con la iglesia se puede entender sólo si se entiende la relación que los emperadores romanos siempre habían tenido con la religión de sus súbditos. Los romanos siempre eran muy religiosos, y siempre atribuían su éxito y prosperidad a los dioses que los bendecían. La religión en el imperio romano era asunto público, y siempre se entrelazaba con el estado. Oraciones y sacrificios se hacían a los dioses en las fiestas del pueblo, y la adoración a los dioses en estas ocasiones se consideraba la obligación de todo patriota. Ofender a los dioses era delito contra el estado.
Constantino creyó que en verdad el Dios de los cristianos le había dado la victoria, y que ese mismo Dios protegería siempre al imperio... con tal que los emperadores le adoraran y la iglesia le fuera fiel.
Notemos que Constantino no hizo del cristianismo la única religión oficial del imperio romano. Sencillamente reconoció que la religión cristiana era una religión legítima igual a las demás religiones del imperio. Con todo, el cristianismo ahora era la religión del mismo emperador, y por eso gozaba de más prestigio que las religiones paganas. Muchos templos de la iglesia se habían destruido en la persecución que hubo antes de que ascendiera Constantino al trono. Por eso Constantino ordenó que los volvieran a construir, pagando los gastos del cofre público. También empezó a pagar a los ancianos de la iglesia un salario con dinero estatal, e hizo leyes que eximieron a los líderes de la iglesia de cualquier servicio obligatorio del estado. Esto hizo Constantino porque quería que los obispos y diáconos dedicaran su tiempo y energías a sus congregaciones. Creía que una iglesia próspera aseguraba la bendición de Dios sobre el imperio. Constantino también levantó a los cristianos a posiciones prominentes en su gobierno y escogió a muchos de sus ministros de estado de entre los cristianos. Hasta pidió que los obispos cristianos acompañaran a sus ejércitos a las batallas para que tuvieran la bendición de Dios

El evangelismo por medio de arquitectura deslumbrante
Al principio, los cristianos celebraban sus cultos en casas privadas (Romanos 16.5). Cuando las congregaciones crecían, convertían casas en salones de reunión y los llamaban “casas de oración”. Nadie se atraía a la iglesia primitiva por la arquitectura de sus templos, sino por las enseñanzas y las vidas piadosas del pueblo que constituía la iglesia. Sin embargo, Constantino razonó que más personas serían atraídas al cristianismo si los templos fueran más impresionantes. Por esto, con dinero del estado, él edificó templos deslumbrantes que competían en magnificencia con los templos paganos. Los nuevos templos tenían columnatas impresionantes y techos abovedados. Muchos de ellos tenían hasta fuentes de agua y pisos elegantes de mármol. Constantino quería que ningún pagano pasara por un templo cristiano sin que se despertara en él el deseo de mirar por dentro. Su idea resultó muy bien. Los paganos se atraían a los nuevos templos magnificentes y como resultado, millares de ellos “se convirtieron”.

¿No indica el crecimiento la bendición de Dios?
Habiendo aceptado el hacer cambios, ¿cómo podía la iglesia saber si Dios aprobaba los cambios? La respuesta era fácil: para ellos el crecimiento indicaba la bendición de Dios. El cristianismo había crecido rápidamente por los primeros tres siglos, pero después de la conversión de Constantino la iglesia creció bastante de la noche a la mañana. Para el tiempo del edicto de Milán (313 d. de J.C.), probablemente una décima parte del imperio romano se había convertido al cristianismo. Pero eso había llevado casi trescientos años. Ahora, dentro de menos de cien años después del edicto de Milán, casi todas las demás personas “se convirtieron”. La iglesia creía que este crecimiento rápido indicaba que Dios aprobaba los cambios que se estaban haciendo. Cuando aceptaron esa idea, la iglesia pronto adoptó cualquier práctica que trajera más crecimiento. Por ejemplo, introdujeron el uso de las imágenes en la iglesia, una práctica abominable para los cristianos primitivos.

Los efectos de Nicea
Desde el punto de vista humano, parecería que Constantino logró algo maravilloso. Jamás debería de romperse la iglesia por controversias doctrinales y prácticas divisivas. Los representantes de las iglesias se regocijaban de lo que habían logrado. Pero su regocijo no duró mucho. Trescientos años de conservatismo estricto no podía deshacerse tan rápido. Cuando los obispos volvieron a sus congregaciones, y las congregaciones pensaron detenidamente en el credo y los decretos de Nicea, una reacción conservadora surgió. A causa de esta oposición, Eusebio se vio obligado a defenderse ante su congregación. Tenía que explicar por qué él había firmado el credo. Los conservadores todavía creían que cualquier cambio los involucraría en el error, y les disgustó que el credo de Nicea empleara términos que no se  encontraban en las Escrituras. Tampoco les gustó que quedaran abrogados los credos locales que se habían usado a través de varios siglos. Finalmente, cuando varios herejes se escondieron tras el credo de Nicea para poder propagar sus doctrinas erróneas, los conservadores empezaron a insistir que se aclarara y se agrandara el credo para explicar con más precisión lo que los cristianos habían creído desde tiempos antiguos. 1
Cuando el cristianismo era nuevo de David Bercot



¿Qué le pasó al evangelio del reino?
Hemos visto cómo la iglesia, durante casi trescientos años siguió la enseñanza de Jesús de forma muy literal. Sin embargo, estas enseñanzas no son practicadas hoy por la mayoría de los cristianos. ¿Qué pasó entonces?
Durante los últimos cuarenta años del siglo III (desde aproximadamente el año 260 al 300 d. de J.C.), la iglesia disfrutó de un tiempo de paz sin precedentes. Hubo persecuciones locales esporádicas, pero no una persecución a gran escala en el Imperio. Esto pareció como una bendición para la iglesia exhausta y acosada que había sobrevivido ola tras ola de persecución violenta desde el tiempo de su fundación.
Sin embargo, la iglesia comenzaba a perder su primer amor. A consecuencia, la iglesia olvidó que Jesús dijo que es una bendición cuando somos perseguidos. La iglesia comenzó a bajar la guardia. Con la persecución fuera de sus mentes, los cristianos comenzaron a reñir los unos con los otros. La teología (aparte de los puntos elementales) siempre había sido algo secundario para la iglesia, pero ahora pasó a la vanguardia. Los airados debates teológicos surgieron a través de todo el Imperio.
Los cristianos también olvidaron las palabras de Jesús sobre el poder eclesiástico: “Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo” (Mateo 20.25–27). En lugar de desear ser los siervos de todos, los obispos de las principales ciudades del Imperio (Roma, Antioquía y Alejandría) comenzaron a hacer maquinaciones para obtener el poder. El obispo de Roma comenzó a afirmar que él era el sucesor de Pedro y que él tenía jurisdicción sobre todas las otras iglesias.
Los cristianos también comenzaron a perder su separación del mundo. La disciplina comenzó a relajarse, particularmente en Roma. Por primera vez en la historia, los cristianos comenzaron a asumir posiciones gubernamentales. No obstante, la iglesia del año 300 d. de J.C. era aún mucho más disciplinada y estaba más separada del mundo que la gran mayoría de las iglesias de hoy. Pero había retrocedido considerablemente de lo que una vez había sido.
De pronto, la paz de cuarenta años llegó a su fin, sorprendiendo desprevenidos a la mayoría de los cristianos. En el año 303, el Emperador Diocleciano inició la persecución más devastadora que la iglesia jamás había experimentado. Las casas de oración de los cristianos eran quemadas en todas partes, y las Biblias eran combustible para las fogatas. Los soldados encarcelaban a la fuerza a hombres y mujeres y los torturaban con cuanto tormento espantoso pudieran concebir sus mentes torcidas. Aunque muchos cristianos cedieron durante esta persecución, la iglesia en su conjunto permaneció firme. Aunque habían perdido parte de su celo por el reino, los cristianos aún estaban dispuestos a morir por su Rey.
La persecución continuó golpeando a los cristianos durante ocho largos años, pero el gobierno no pudo destruir a la iglesia. Al final, el reino de Dios prevaleció. No había sido una batalla fácil, pero los cristianos le habían demostrado a Satanás que él no podría derrotar el reino de Dios por medio de la fuerza bruta. Agotado, el Emperador Diocleciano promulgó el Edicto de Tolerancia en el año 311, el cual puso fin a la persecución. Al admitir la derrota, el emperador les pidió a los cristianos que oraran por él. Luego el emperador dejó su cargo y más tarde se suicidó. ¡Satanás había sido derrotado!
Pero, ¿de veras había sido derrotado? Lo que la iglesia no sabía era que Satanás tenía un arma más en su arsenal: la astucia. Si él y el mundo no podían destruir al reino, se unirían al mismo. O mejor dicho, con astucia seducirían a los cristianos para que se unieran a ellos.

El Edicto de Milán
En el año 312, los cristianos recibieron algunas buenas noticias. Constantino, uno de los co-regentes que reemplazó a Diocleciano, había derrotado a su adversario, Majencio, en Roma. Esto era una buena noticia porque Constantino estaba bien dispuesto a ayudar a los cristianos. De hecho, durante la persecución diocleciana, los cristianos que vivían en las regiones bajo el control de Constantino habían sido protegidos de la mayor parte de la persecución.
El año 313 trajo mejores noticias aún. Constantino y su co-gobernante, Licinio, proclamaron un nuevo edicto que puso al cristianismo al mismo nivel de todas las otras religiones. Este edicto, conocido como el Edicto de Milán, decía: “[Acordamos] concederles tanto a los cristianos como a todos los hombres la libertad de seguir la religión que ellos escojan, de manera que cualquier divinidad celestial que exista pueda estar dispuesta a ayudarnos y a todos los que vivan bajo nuestro gobierno”. Otros decretos de Constantino y Licinio fueron más tolerantes aún. Cualquier propiedad confiscada a los cristianos durante la persecución diocleciana les debía ser devuelta. Además, todas las casas de oración que habían sido quemadas o destruidas durante la persecución serían reconstruidas a expensas del fondo público.
El Edicto de Milán no convirtió al cristianismo en la Iglesia del estado. Éste solamente instituyó la libertad de religión en el Imperio Romano. Sin embargo, poco después, Constantino adoptó una política indudablemente pro-cristiana para la región del Imperio Romano que él gobernaba. (Licinio, su co-gobernante, aún gobernaba la mayor parte oriental del Imperio.) Un historiador de la Iglesia del siglo IV, Eusebio, quien fue completamente absorbido por todo esto, describe las acciones de Constantino:
El emperador piadoso, gloriándose en la confesión de la cruz victoriosa, proclamó el Hijo de Dios a los romanos con gran valentía de testimonio.(…) En realidad, todos, a una sola voz, declararon que Constantino había aparecido por la gracia de Dios como una bendición general para el género humano. (…)
El emperador, además, procuró personalmente la compañía de los ministros de Dios. Él los distinguió con el mayor respeto y honor posible. Él les mostró gracia tanto de palabra como de hecho, como a personas consagradas al servicio de su Dios. De acuerdo con esto, ellos eran admitidos en su mesa. (…) Él también los convirtió en sus compañeros de viaje, creyendo que así Dios lo ayudaría, ya que ellos eran sus siervos.

“Bendiciones” para la Iglesia
En cuestión de unos pocos años, los cristianos pasaron de ser una minoría perseguida a ser los favoritos de la corte. Lamentablemente, este favor gubernamental no llegó sin pedir algo a cambio. Cuando un gobierno decide ayudar al cristianismo de alguna manera, por lo general esa ayuda viene acompañada de la participación del gobierno en la Iglesia.
Por ejemplo, ya mencioné que Constantino había decretado que las casas de oración que fueron destruidas durante la persecución deberían ser reconstruidas a expensas del fondo público. Debido a que el estado estaba facilitando los fondos, Constantino lógicamente creyó que el estado tenía cierto derecho de decidir cómo serían las nuevas casas de oración.
Constantino deseaba sinceramente promover el cristianismo a través de todo el imperio. Sin embargo, él era un hombre no regenerado y del mundo. Y, por supuesto, la única manera en que él podría promover el cristianismo era a través de medios humanos. Él tenía la certeza de que las anteriores casas de oración de los cristianos serían insuficientes para alojar a las grandes multitudes de personas que estarían acudiendo a la Iglesia ahora que él, el emperador, estaba promoviendo el cristianismo. De modo que proclamó un estatuto que exigía que los lugares de adoración cristiana a través de todo el Imperio fueran agrandados considerablemente. No sólo esto, él puso la construcción de estas nuevas capillas bajo la dirección de los gobernadores provinciales romanos.
De hecho, Constantino decidió que los edificios no solamente deberían ser más grandes, sino también más suntuosos. ¿Por qué habían de ser los lugares cristianos de adoración meras casas o simples construcciones cuando los templos paganos estaban tan decorados? ¿No debería ser todo lo contrario? ¿No debería ser la religión verdadera la que tuviera las construcciones más impresionantes? Siguiendo este razonamiento humano, Constantino ordenó que las nuevas iglesias fueran decoradas con columnas impresionantes y techos abovedados. Él dispuso que muchas de ellas tuvieran hermosas fuentes y elegantes pisos de mármol. Constantino deseaba que fuera difícil para un incrédulo pasar frente a una iglesia cristiana sin ser tentado a asomarse dentro del edificio para ver más de su belleza.
Constantino se devanó los sesos pensando en otras formas de “bendecir” a la Iglesia. Pues él creía sinceramente que si bendecía a la iglesia, Dios bendeciría al Imperio.
Muy pronto, Constantino se dio cuenta de que la mayoría de los obispos y ancianos de la iglesia cristiana vivían en la pobreza. Él no creía que esto fuera conveniente para los representantes del único Dios verdadero. De modo que comenzó a pagarles salarios a los obispos y ancianos a expensas de los fondos del estado. Incluso, él llegó a darle una de sus residencias, el palacio Laterán, al obispo de Roma y a sus sucesores. Constantino también eximió a todos los obispos, ancianos y diáconos del pago de impuestos. Además, eximió a todas las iglesias del pago de impuestos sobre la propiedad. Si se tiene en cuenta que los impuestos romanos eran muy altos (y que incluso aumentaron aún más durante el reinado de Constantino), estas exenciones de impuestos resultaron ser un beneficio considerable.



Constantino, el nuevo obispo
Constantino nombró a cristianos para que ocuparan altos cargos del gobierno porque él creía que Dios bendeciría su mandato si su gobierno estaba formado por cristianos. Irónicamente, sólo unos pocos años antes, Lactancio había dicho: “Dios pudo haberle conferido a su pueblo [i.e., a los cristianos] tanto riquezas como reinos, al igual que lo hizo anteriormente con los judíos, de quienes somos sus sucesores y su posteridad. Sin embargo, él desea que los cristianos vivan bajo el poder y el gobierno de otros, para que no se corrompan a causa de la felicidad de la prosperidad, caigan en la lujuria y con el tiempo rechacen los mandamientos de Dios. Por cuanto esto es lo que nuestros antepasados hicieron”.
Tal y como Lactancio había predicho sin querer, una vez que los cristianos llegaron al poder, ellos se corrompieron, cayeron en la lujuria y con el tiempo rechazaron los mandamientos de Dios.
A aquellas alturas, Constantino se consideraba a sí mismo el “obispo de los que estaban fuera de la Iglesia”. Es decir, los obispos de la Iglesia eran responsables de pastorear a los que estaban en la Iglesia, y Constantino era responsable de ser el pastor espiritual de los que estaban fuera de la Iglesia. Como obispo secular, Constantino promulgó un decreto que les prohibía a los funcionarios del gobierno ofrecer sacrificios a los ídolos o practicar la adivinación.
No obstante, pronto Constantino comenzó a considerarse a sí mismo incluso como el jefe o el “obispo universal” de los que estaban dentro de la Iglesia.2
Tomado del libro “The Kingdom That Turned the World Upside Down” (Todos los derechos reservados Scroll Publishing Company)
He añadido estos escritos que dejan ver en qué momento de la historia la mujer escondió aquella levadura y que ha leudado gran parte del cristianismo hasta hoy, casi todas las falsas enseñanzas que se oyen en los púlpitos provienen directa o indirectamente de aquel concilio del siglo IV.


La levadura en la iglesia de Corinto
No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad. 1ra a los Corintios 5:6-8
Pero no fue sólo la levadura doctrinal lo que contaminó la iglesia, además de esto la inmoralidad, al mal uso de los dones espirituales, etc fueron costumbres que no sufren oposición en nuestros días, todo por aquello de que estamos en la gracia o como en la práctica lo reflejan la  “hypergracia”
Estos casos se dejaron ver también en la iglesia de corinto, se nos señala un caso de inmoralidad (1ra a los Corintios 5), contiendas entre hermanos (1ra a los Corintios 6),  abusos en la cena del Señor (1ra a los Corintios  11), la mala praxis de los dones carismáticos  (1ra a los Corintios  12),  entre otras.

Hermanos analice este escrito y si usted considera que Dios ha hablado a su vida es de imperiosa necesidad que desintoxique su vida espiritual de toda esta levadura y comencemos a comer el pan integral del cielo, que salió por boca de Cristo.


Que la paz y gracia del Señor sean con todos, tu amigo y Hno. David Criollo.

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