sábado, 11 de abril de 2015

Diferencias entre el cristianismo primitivo y el cristianismo de hoy



Extranjeros en este mundo

Cuando la iglesia aún se encontraba próxima al tiempo de los apóstoles, los cristianos verdaderamente vivían en este mundo como extranjeros. Ellos vivían según los valores del reino, lo cual los hacía notablemente diferentes del mundo a su alrededor. Su mira estaba puesta en Jesucristo y su reino, y por lo tanto, los asuntos públicos de este mundo no tenían la menor importancia para ellos.
Hermas, quien escribió cerca del año 150 d. de J.C. o tal vez antes,desde la ciudad de Roma, dijo lo siguiente:
Ustedes, los siervos de Dios, saben que moran en tierra ajena. Pues su ciudad está lejos de aquí. Si conocen, pues, la ciudad en la cual vivirán,¿por qué consiguen tierras aquí, hacen preparativos costosos y acumulan moradas y edificaciones inútiles? El que hace preparativos para esta ciudad no puede regresar a la suya. (…) ¿Acaso no comprenden que todas estas cosas pertenecen a otro y están bajo la autoridad de otro?(…) Por tanto, presten atención. Al igual que aquel que vive en tierra ajena, no hagan preparativos adicionales para sí mismos, salvo para loque sea estrictamente necesario. Y prepárense a abandonar esta ciudad cuando el amo de esta ciudad venga para echarlos fuera de ella por desobedecer su ley.1


Tatiano, quien vivió en el Medio Oriente, escribió su defensa del cristianismo aproximadamente en el año 160 d. de J.C. En su escrito,al hablar en nombre de todos los cristianos, él proclamó: “Yo no deseo ser un rey. No anhelo ser rico. Rechazo toda posición militar. Detesto la fornicación. No soy llevado por un amor insaciable de ganancias[financieras] para hacerme a la mar. No compito por una corona. Estoy libre de una sed excesiva por la fama. Desprecio la muerte. (…) ¡Morid al mundo, repudiando la locura que hay en él! ¡Vivid para Dios!”2


Clemente de Alejandría fue un cristiano instructor en la iglesia de Alejandría, Egipto. Sus escritos, que datan aproximadamente del año195 d. de J.C., expresan la indiferencia de los cristianos primitivos encuanto a la política, el patriotismo y los acontecimientos de este mundo.Él resumió el sentir de los cristianos primitivos cuando escribió: “No tenemos nación alguna en la tierra. Por tanto, podemos desdeñar las posesiones terrenales”.3

Tertuliano, quien escribió entre los años 195 y 212 d. de J.C., fueun escritor enérgico que perteneció a la iglesia en Cartago, África del Norte. Al igual que sus hermanos cristianos de aquella época, él testificó que los cristianos no tienen ningún interés en los asuntos políticos y gubernamentales a su alrededor:
Todo celo en la búsqueda de gloria y honor está muerto en nosotros.De modo que nada nos presiona a participar en sus reuniones públicas. Además, no hay otra cosa más totalmente ajena a nosotros que los asuntos del estado. Reconocemos un único dominio que lo abarca todo;el mundo. Renunciamos a todos los espectáculos de ustedes. (…) Entre nosotros nunca se dice, ve o escucha nada que tenga algo en común con la locura del circo, la deshonestidad del teatro, las atrocidades de la arena o el ejercicio inútil del campo de lucha libre. ¿Por qué se ofenden con nosotros si diferimos de ustedes en cuanto a sus placeres?4


Citando a sus hermanos cristianos, Tertuliano escribió: “En lo quea ustedes respecta, ustedes son extranjeros en este mundo, ciudadanos de Jerusalén, la ciudad que está en el cielo. Nuestra ciudadanía, dice el apóstol, está en los cielos.”5


Orígenes fue uno de los hombres más brillantes de su tiempo. Durante varias décadas, él sirvió como maestro en la iglesia en Alejandría. Posteriormente, se trasladó a Cesarea donde fue ordenado como anciano o presbítero. Uno de los trabajos más valiosos de Orígenes fue su respuesta a Celso, un pagano crítico del cristianismo:Celso también nos insta a que “ocupemos un cargo en el gobierno del país,si es necesario para la observancia de las leyes y el apoyo de la religión”. Sin embargo, reconocemos en cada estado la existencia de otra organización nacional que fue fundada por la palabra de Dios. Y exhortamos a aquellos que son poderosos en la palabra y de una vida irreprensible a que gobiernen las iglesias. (…) No es con el propósito de evadir los deberes públicos que los cristianos rechazan los cargos públicos. Más bien, espara que ellos puedan reservarse para un servicio más divino y necesarioen la iglesia de Dios, la salvación de los hombres.6

Cipriano sirvió como obispo de Cartago aproximadamente en el año 250 d. de J.C. Él dejó una recopilación cuantiosa de correspondencia con otros cristianos y otras iglesias, la cual nos da una idea significativa de las creencias de los cristianos en su tiempo. A manera de confirmación de lo que sus hermanos cristianos estaban diciendo,él escribió: “De una vez y por todas debemos recordar que hemos renunciado al mundo, y que mientras tanto vivimos aquí como extranjeros y advenedizos”.7




La no resistencia

Los cristianos primitivos no sólo se distanciaron del gobierno y de otros asuntos de este mundo, sino que también siguieron de una forma muy literal las enseñanzas de Jesús sobre la no resistencia. Los siguientes son algunos pasajes representativos de los mismos autores que cité anteriormente:
Clemente de Alejandría escribió: “A los cristianos no les es permitido usar la violencia para corregir las faltas del pecado”.8
Tertuliano confirmó esto, diciendo: “¿Qué diferencia hay entre el provocador y el provocado? La única diferencia es que el primero fue el primero en hacer el mal, pero el último lo hizo después. Cada uno está condenado ante los ojos del Señor por herir a un hombre. Por cuanto Dios prohíbe y además condena toda maldad. Cuando sehace un mal, no se toma en cuenta el orden. (…) El mandamiento es absoluto: no se paga mal con mal”.9

Testimonio de la tortura y muerte del Hermano Dirk Willemsz

El fiel hermano y seguidor de Jesucristo, Dirk Willemsz, demostró
en su vida el gran valor del mandamiento: “Amad a vuestros
enemigos, ... haced bien a los que os aborrecen, y orad por los
que ... os persiguen” (Mateo 5.44).
Las autoridades neerlandeses mandaron capturar a ese
hermano anabaptista en 1569. Al ver al cazador de ladrones
acercándose, el hermano Dirk huyó y escapó, cruzando un río
congelado. Siguiéndolo, el cazador de ladrones procuró cruzar
el mismo río, pero se quebró el hielo y él cayó en el agua helada.
Viendo que su perseguidor iba a ahogarse, Dirk volvió y lo
rescató. El cazador de ladrones, profundamente conmovido por esta demostración de amor, quiso librar al hermano, pero su jefe,
gritándole desde la otra orilla, no le permitió hacerlo.
Varias semanas después, cuando llegó el día de la muerte del
hermano Dirk, hacía mucho viento en las llanuras neerlandeses.
A causa del viento, las llamas del fuego no alcanzaron la parte
superior del cuerpo del hermano (quien estaba atado con cadenas
a una estaca para ser quemado vivo). Por esto, pasó largo
rato sufriendo mientras se quemaban sus piernas. En el pueblo
cercano de Leerdam le oyeron exclamar más de setenta veces:
“¡Oh Señor, mi Dios!”
El juez, montado a caballo, dijo al fin:
—Dale a ese hombre el golpe de gracia.
No sabemos, pues, la manera exacta en que murió, pero
sabemos que soportó con gran firmeza esa última prueba de su
vida, y seguramente recibió la corona de gloria eterna.

—de Martyrs Mirror, páginas 741–742Testimonio de la tortura y muerte del Hermano Dirk Willemsz El fiel hermano y seguidor de Jesucristo, Dirk Willemsz, demostró en su vida el gran valor del mandamiento: “Amad a vuestros enemigos, ... haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que ... os persiguen” (Mateo 5.44). Las autoridades neerlandeses mandaron capturar a ese hermano anabaptista en 1569. Al ver al cazador de ladrones acercándose, el hermano Dirk huyó y escapó, cruzando un río congelado. Siguiéndolo, el cazador de ladrones procuró cruzar el mismo río, pero se quebró el hielo y él cayó en el agua helada. Viendo que su perseguidor iba a ahogarse, Dirk volvió y lo rescató. El cazador de ladrones, profundamente conmovido por esta demostración de amor, quiso librar al hermano, pero su jefe, gritándole desde la otra orilla, no le permitió hacerlo. Varias semanas después, cuando llegó el día de la muerte del hermano Dirk, hacía mucho viento en las llanuras neerlandeses. A causa del viento, las llamas del fuego no alcanzaron la parte superior del cuerpo del hermano (quien estaba atado con cadenas a una estaca para ser quemado vivo). Por esto, pasó largo rato sufriendo mientras se quemaban sus piernas. En el pueblo cercano de Leerdam le oyeron exclamar más de setenta veces: “¡Oh Señor, mi Dios!” El juez, montado a caballo, dijo al fin: —Dale a ese hombre el golpe de gracia. No sabemos, pues, la manera exacta en que murió, pero sabemos que soportó con gran firmeza esa última prueba de su vida, y seguramente recibió la corona de gloria eterna. —de Martyrs Mirror, páginas 741–742 



Otra vez, Tertuliano escribió: “El Señor salvará a su pueblo en ese día,como a ovejas. (…) Nadie les da el nombre de “ovejas” a los que caen en combate con las armas en la mano, o a los que son asesinados mientras repelen la fuerza con la fuerza. Más bien, este nombre les es dado únicamentea los que caen, entregándose a sí mismos en sus propios lugares de servicio y con paciencia, en lugar de luchar en defensa propia”.10
Lactancio fue un cristiano muy culto que escribió en la primera parte del siglo IV, diciendo:“Cuando sufrimos semejantes cosas impías, no resistimos ni siquiera de palabra. Más bien, le dejamos la venganza a Dios”.11
Y nuevamente dice: “El cristiano no perjudica a nadie. Él no desea la propiedad de los demás. De hecho, él ni siquiera defiende la suya propia si se la quitan por medio de la violencia. Por cuanto él sabe cómo soportar pacientemente un mal hecho en su contra”.12
Y dice finalmente: “No nos resistimos a los que nos lastiman, porque debemos ceder ante ellos”.13

Otro escritor cristiano de la iglesia primitiva a quien no he presentado aún es Atenágoras. Él escribió una defensa del cristianismo aproximadamente en el año 175 d. de J.C., en la cual dijo: “Hemos aprendido ano devolver golpe por golpe ni tampoco a presentar demandas en contrade los que nos saquean y roban. No sólo eso, sino que a los que nos denen una mejilla, hemos aprendido a volverle la otra también”.14



Los cristianos en el ejército

No hay evidencia alguna en los escritos romanos seculares ni en los escritos cristianos que demuestre que algún cristiano sirviera en los ejércitos romanos antes del año 170 d. de J.C. Sin embargo, a pesar de la condena de la iglesia primitiva en contra de la guerra y los asesinatos,el testimonio de la historia revela claramente que después del año170 d. de J.C., hubo algunos cristianos en el ejército romano. Algunos escritores se han basado en esto para argumentar que, en realidad, los cristianos primitivos no se oponían a la guerra. No obstante, esa no es una presentación honesta de la historia, ya que el testimonio unánime de todos los escritores cristianos primitivos es que todos los cristianos se negaron a involucrarse en la matanza de personas.

Entonces, ¿cómo reconciliamos esta aparente contradicción? El trabajo de un cristiano primitivo titulado La tradición apostólica,recopilado por Hipólito cerca del año 200 d. de J.C., esclarece el asunto. Al describir cómo la iglesia debe tratar a los candidatos parael bautismo, Hipólito afirma: “A un soldado de la autoridad civil se ledebe enseñar a que no mate a los hombres y a que se niegue a hacerlo si se le ordenara, y también a negarse a prestar juramento. Si él no está dispuesto a cumplir, se le debe rechazar para el bautismo. Un comandante militar o un juez de la corte que esté activo tiene que renunciaro ser rechazado. Si un candidato o un creyente busca convertirse en soldado, tendrá que ser rechazado por haber despreciado a Dios”.15

Parece que a partir de cerca del año 170 d. de J.C., la política general de la iglesia era que si un soldado se convertía a Cristo, él no tenía que abandonar el ejército para ser bautizado. Sin embargo, él tenía que estar de acuerdo con nunca usar la espada ni prestar juramento. Pero, si un civil cristiano entraba voluntariamente al ejército, o si un soldado retirado regresaba al ejército por gusto propio, esa persona era excomulgada de la iglesia. Incluso hasta el siglo IV, ésta todavía era la política general de la iglesia.16

¿Por qué la iglesia no les exigía a los soldados recién convertidosque abandonaran el ejército antes de bautizarlos? Porque normalmente un soldado servía un período de 25 años en el ejército. Por lo general,su única manera de salir del ejército era por medio de la muerte o por medio del cumplimiento de su servicio. Permanecer en el ejército sin usar la espada no hubiera sido tan difícil como podría parecernos a nosotros hoy día. Debemos recordar que el Imperio Romano se encontraba relativamente en paz durante este período del cristianismo primitivo, por tanto era muy posible que un cristiano pudiera pasarse toda su vida en el ejército sin que se le exigiera derramar sangre o emplear la violencia contra alguna persona. De hecho, durante el período del cristianismo primitivo, los soldados mayormente servían como encargados de mantener la paz civil y como ingenieros en la construcción de caminos, muros y acueductos.

En realidad, los primeros registros de cristianos en el ejército (c170 d. de J.C.) afirman específicamente que los cristianos se negaban a usar sus espadas y que solamente oraban. Dios contestó sus oraciones al enviar una lluvia intensa que hizo que los invasores se retiraran sin que hubiera una batalla.17

Por favor, comprenda que no estoy diciendo que la posición de laiglesia primitiva después del año 170 d. de J.C. hacia los soldadosrecién convertidos era necesariamente la posición correcta. Solamenteestoy diciendo que la posición de la iglesia no representaba unaaceptación de la guerra ni tampoco expresaba un rechazo explícito dela no resistencia.



Cuando los reinos se oponen entre sí
Por no pertenecer a este mundo, el reino de Dios comúnmente entra en conflicto con los reinos de este mundo. Al igual que Pedro y los apóstoles, los cristianos primitivos se negaron a violar cualquiera de los mandamientos de Jesús, incluso cuando el César lo exigía. Orígenes escribió: “¿Qué tal si la ley de la naturaleza, o sea, la ley de Dios, manda que se haga lo que se opone a la ley escrita? Hasta la propia lógica nos dice que nos despidamos del código escrito (…) y que nos entreguemos a nuestro Legislador, Dios. Esto es así aun cuando al hacerlo sea necesario que nos enfrentemos a peligros, a innumerables pruebas, y hasta la muerte y la deshonra”.18

Lactancio agregó: “Cuando los hombres nos mandan que actuemos contrario a la ley de Dios, y contrario a la justicia, ninguna amenaza o castigo que nos sobrevenga debe disuadirnos. Por cuanto preferimos los mandamientos de Dios a los mandamientos del hombre”.19

En conclusión, la no resistencia y la separación del mundo fueron las prácticas históricas del cristianismo.

Notas finales
 1 Hermes The Shepherd, Libro III, cap. 1; ANF, Tomo II, 31.
2 Tatian To The Greeks, cap. 11; ANF; Tomo II, 69.
3 Clemente de Alejandría The Instructor, Libro III, cap. 8; ANF, Tomo II,281.
4 Tertuliano Apology, cap. 38; ANF, Tomo III, 45,46.
5 Tertuliano De Corona, cap. 13; ANF, Tomo II, 101.
6 Orígenes Against Celsus, Libro VIII, cap. 75; ANF, Tomo IV, 668.
7 Cipriano On Mortality, cap. 26; ANF, Tomo V, 475.
8 Clemente de Alejandría, citado en Sermón 55 de Máximo. ANF, Tomo II,581.
9 Tertuliano Of Patience, cap. 10; ANF, Tomo III, 713.
10 Tertuliano Against Marcion, cap. 39; ANF, Tomo III, 415.
11 Lactancio The Divine Institutes, Libro V, cap. 21; ANF, Tomo VII, 158.
12 Lactancio cap. 24; ANF, Tomo VII, 160.
13 Lactancio cap. 18; ANF, Tomo VII, 184.
14 Atenágoro Plea for the Christians, cap. 1; ANF, Tomo II, 129.
15 Hipólito (Traducción de Gregory Dix y Henry Chadwick) The ApostolicTradition (Ridgefield, CT: Morehouse Publishing, 1992) 26.
16 Canon XII de Nicea; Philip Schaff, ed. The Nicene and Post-NiceneFathers, First Series. Tomo 10 (Grand Rapids: William B. EerdmansPublishing Company, 1983), 27.
17 “Epistle of Marcus Aurelius to the Senate,” ANF, Tomo I, 187.
18 Orígenes Against Celsus, Libro V, cap. 37; ANF, Tomo IV, 560.19 Lactancio, Libro 6, cap. 17; ANF, Tomo 7, 182–183.Capítulo 16

Edición original en inglés: The Kingdom That Turned the World Upside Down© 2003 David W. Bercot
Todos los derechos reservadosScroll Publishing Companywww.scrollpublishing.com

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