viernes, 24 de abril de 2015

No puedo andar con esto - El llamado del rey David y la iglesia actual



En 1 Samuel 17:39 leemos estas palabras las cuales nos sirven como título de este mensaje.  En  medio del temor y la verguenza, y con los ejercitos de Israel huyendo derrotados, el siervo escogido y preparado por Dios salió sin temor a la lucha con plena confianza en la victoria, contando para su fuerza solamente en Dios.  Saúl, en rebelión, y abandonado por Dios, habiá perdido todo su coraje y poder, pero buscó poner su propia armadura a David.  De esta misma vacía forma de piedad, hoy también se quiere poner ropas carnales a los siervos fieles de Dios, los cualesÉl ha levantado.  Por esto, el que quiere prevalecer en este santo combate contra los fuerzas del mal y las tinieblas, las cuales han venido contra nosotros en estos días como un diluvio, no debe someterse bajo la carnal armadura de un cristianismo apostatado e impotente, del que Dios se ha retirado. "YO NO PUEDO ANDAR CON ESTO, PORQUE NUNCA LO PRACTIQUÉ.  Y DAVID ECHÓ DE SÍ AQUELLOS COSAS."  Él no sólo vió que estas cosas serián un impediamento para él, sino que él necesitaba echarlos de sí.  Cargado con estas nunca podría vencer a su poderoso enemigo.  Dijo: "NUNCA LO PRACTIQUÉ"  ¿Qué resultado hemos obtenido al probar estas humanas formas de armadura en la actualidad (las cuales, aunque tienan apariencia de piedad, en los hechos niegan la eficacia de ello 2 TI 3:5) para estar mejor equipados en nuestro esfuerzo de levantar el estandarte de la Palabra de Dios contra el poder del enemigo?  ¿Qué avivamiento del poder de Dios y de su obra ha producido toda esta maquinaria humana desde que nos hemos desviada de la sencillez del evangelio?  Las comisiones y organizaciones; los programas y entretenimientos; el exhibicionismo y el buscar y recibir la honra del hombre, tambien el darla para inducir más celo y esfuerzo; las atraciones musicales; el énfasis sobre logras educacionales; y los proyectos recreativos para jóvenes; los cuales son planeados como atractivo para atraerlos dentro de la red del evangelio, ¿qué virtud probada han mostrada todas estas "ropas de Saúl" para que debamos nosotros vestírnoslas cuando salimos a luchar contra la frialdad y muerte espiritual que nos rodea, buscando la victoria en el nombre de Jesucristo nuestro Señor y el reavivamiento de fuego del Santo Espíritu; para que su ardiente amor se encienda otra vez en los corazones y las vidas de su pueblo?  ¿Podemos hacer esto llevando "LA ARMADURA DE SAÚL"?
¿No han sido siempre la sencillez, la humildad, y la separación de lo carnal y lo mundano, las caracteristicas del avivamiento verdadero y la manifestación del poder de Dios?  ¿Y no han sido el crecimiento y la multiplicación de métodos mundanos en las iglesias evangelicas una señal de la retirada del Espíritu Santo, con su presencia, y obra verdadera de santidad?  Con esta retirada todos pueden ver que el cristianismo está abandonándose a su propia frialdad e insensibilidad y muerte espiritual, mientras el pecado brota por todos lados y el mundo corre rápidamente hacia su destrucción.  Que Dios nos ayude a echar de nosotros toda esta vestiduria carnal, la cual ya ha sido probada y examinada, y ha sido hallada falta (ver DA 5:27) en la lucha sagrada, como instrumento sin poder y defensa de una iglesia apostatada.

Donde Dios obra verdaderamente, Él será glorificado, y Él será manifestado a sí mismo de acuerdo a su voluntad divina.  Pero toda esta maquinaria y exhibiciones humanas no le dan el Espíritu Santo ningún lugar para manifestarse.  Cuando leemos las historias de avivamientos dados en diversos tiempos y lugares, siempre notamos cómo Dios obró fuera del orden común y esperado de cosas, de sistemas humanos, bajo los cuales habría sido ahogado el mover del Espíritu Santo.  Muchos veces la envidia, al igual que con los fariseos, levantaba un tumulto de persecución, pero Dios trabajó a través de hombres bien dispuestos a seguir su dirección al costo que fuera.  Por medio de hombres fieles grandes victorias fueron ganados para Dios.  Una y otra vez, nosotros hemos visto a aquellos tiempos de refrigerio ser seguidos prontamente por una declinación espíritual y rebelión.  Mientras la vida nueva y espiritual comenzaba a moldearse a un sistema humano, los fuegos de avivamiento comenzaban a morir y el espíritu de compromiso con el mundo y rebelión empezaba a obrar.

No, no podemos avanzar y ganar las victorias para el Señor, las cuales Él pone delante de nosotros, hasta que hayamos echado afuera toda este carnal "armadura de Saúl" (la cual no ha pasado la prueba) y andemos solamente en el poder y la fuerza de Jehová.  La iglesia primitiva no tenía ninguno de estos acompañamientos de religión que tenemos hoy.  Los cristianos primitivos servían a Dios en la simplicidad del evangelio, confiados en Él, y Él obraba maravillas.  En una generación el mensaje se proclamó cerca y lejos sobre el mundo (el que era conocido en aquel tiempo), por el poder del Espíritu Santo.  Ellos no necesitaron hacer publicidad ni atraer a la gente por métodos mundanos.  El poder del Espíritu se manifestaba, y ellos confiaban en él, y Él hizo la obra.  Leemos en la historia del reavivamiento galés, de su simplicidad.  La obra humana estaba notablemente ausente, sin embargo Dios se enaltecía; no había coro, pero todos cantaban, no había colectas de dinero.  Los hombres se hacían a un lado y le daban al Señor la oportunidad de obrar.

Sabemos que la vida cristiana es una vida sobrenatural.  Sabemos que esta se desarrolla en nosotros individualamente, pero no por nuestras propias obras, sino que "Cristo en nosotros la esperanza de gloria" (CO 1:27) es quien se manifiesta por la fe, a través de una vida totalmente entregada y apartada sólo para Él.  Si esto es así (que la iglesia está compuesta por almas y vidas entregadas a Dios, y que es dirigida y movida por Él ) ¿por qué debemos creer que necesita ser organizada, dirigida y controlada por manos humanos, y llenada con obras y proyectos de hombres, según los compromisos con un mundo impío, todo esto a fin de hacerlo funcionar?  Parece difícil hallar un grupo hoy, que no ha caído en el espíritu de actividades sociales mundanas, diversiones, como también en una multiplicidad de obras y programas de maquinaria humana.  Parece difícil hallar un lugar donde no reine el orgullo, ni el espíritu de exhibicionismo y de carnalidad, que trata de atraer la atención hacia sí mismo.  Son comunes las cenas, fiestas, actividades para los jóvenes, deportes, y juegos de diversos tipos, los cuales pueden retener a los jóvenes en la iglesia, pero que nunca pueden llevarlos a los fuentes de aguas vivas, las que Cristo tiene preparados para todos aquellos que buscan su rostro.  Cristo dijo:  "DEJA QUE LOS MUERTOS ENTIERREN A SUS MUERTOS, Y TÚ VE, Y ANUNCIA EL REINO DE DIOS" (MAT 8:22).  ¿Cuando dejará la iglesia al mundo dedicarse a las cosas materiales de este mundo, para consagrarse a la sola tarea de proclamar el evangelio eterno en el poder del Espíritu a un mundo perdido?  Existe una fuerza de atracción y un poder tales en la sencilla predicación de la Palabra de Dios (cuando es ungido por el Espíritu Santo), que atrae y sacia al alma hambriente, y la cual no necesita como introducción atracciones musicales.  Si confiamos en el Espíritu para que nos guíe en sus caminos en nuestras vidas personales, ¿por qué no confiar en su guía para nuestra pública adoración, para una adoración en espíritu y en verdad, la cual Dios busca de sus criaturas (y la que sólo le es acepta)? (JN 4:23)  Si nosotros no podemos venir individualmente ante Dios con nuestros propias muertas y vacias obras ¿por qué ofrecemos las obras de nuestras manos en nuestros cultos públicos?  Si esto es verdad en nuestras vidas personales (que nuestros propios caminos y obras sean vacíos y huecos de su presencia y poder) ¿esto será menos verdadero en la iglesia?
¿Dónde está el pueblo que tendrá el coraje de echar todas estas cargas, las cuales el enemigo ha puesto sobre nosotros, para que de ahora en más sigamos la simplicidad del evangelio, "la fe que ha sido una vez dada a los santos"? (JD 3)  ¿Quién se despojará completamente de las vacias y mundanales formas, de este tiempo de apostasía y aprenderá de la Palabra de Dios, y del ejemplo de la Iglesia primitiva, la adoración pura, la cual aceptará Dios, y através de la cual Él hará una obra poderosa de salvación en los corazones y las vidas de los hombres?  Mientras oramos por un avivamiento y para que Dios haga de nosotros soldados poderosos para Él, para poder vencer a nuestros enemigos fuertes y  engañosos y poder salvar almas preciosos de  las garras de Satanás, oremos también para que Dios nos otorgue gracia para poder echar fuera de nosotros toda ese "armadura de Saúl" (como lo hizo David) de esta apostatada generación, la cual Dios ha abandonado.  También oremos para que podamos ser vestidos "con toda la armadura de Dios, para que poda(mos) estar firmes contra las asechanzas del diablo" (EF 6:11).  Al igual que David, no podemos marchar hacia la victoria con la "ropa de Saúl".

Que podamos, en el nombre de Jesús, vestirnos con toda la armadura de justicia, y con las armas de Dios.  "Porque las armas de nuestra milicia so son carnales, sino poderosos en Dios para la destrucción de fortelezas"  (2  CO 10:4)  Esta es la armadura que ha sido probada en todas las pasades edades, y lo cual ha resistido examen de cada batalla...      Amén.    
-Autor desconocido

jueves, 23 de abril de 2015

Yiye Ávila: El pecado es la maldición mas grande sobre el mundo

¡Guardémonos de andar a la deriva!


¡El Señor viene! ¡No te dejes llevar por la corriente! Haz todo lo posible para seguir adelante en tu vida cristiana, para que cuando el Señor venga por los tuyos, te encuentre listo.
La cosa más fácil en todo el mundo, es vivir sin rumbo, ir a la deriva, porque no requiere ningún esfuerzo. Para dejarse llevar por la corriente, no hay que hacer nada. Necesitamos recordar que un pez enfermo o muerto puede estar a la deriva; es llevado por la corriente. No obstante, se requiere un pez vivo y saludable para ir en contra de la corriente. No se puede notar cuando uno se desvía, hasta que ya se ha ido demasiado lejos.
“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos” (Hebreos 2:1). Nos incumbe velar diligentemente para evitar ir a la deriva.
He aquí algunas razones por las cuales la gente se desvía:

1.         Por un falso sentimiento de libertad
Hay una fascinación perversa en lo relacionado con desviarse. Dejar de asistir repetidamente a la iglesia, o de leer la Biblia, nos dará un falso sentimiento de libertad. En realidad es una esclavitud a Satanás. Librarse de la voluntad de Dios, quien nos ama, resultará en una amarga esclavitud al diablo quien nos odia.

2.         Amistades impías
“No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33). Nuestros mejores amigos deben ser a los que aman a Jesucristo, y que nos ayudan a mantenernos cerca de Dios. Las malas manzanas rápidamente echarán a perder una sana.

3.         Violar repetidamente los dictados de la conciencia
Cada vez que no hacemos caso de nuestra conciencia, su voz se debilita. Y si continuamos así, se despedazará nuestra vida. “Manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos” (1 Timoteo 1:19).

4.         Un pecado no confesado y que no queremos dejar
Ya sea un pecado “grande” o “pequeño” delante de nuestros ojos, el olvidarlo no lo va a quitar. Como una astilla en el dedo, molestará hasta que sea removida. Además, no se habrá gozo al leer la Palabra de Dios, ni seguridad en la oración. Tampoco nos sentiremos gozosos al asistir a la iglesia, mientras mantengamos escondido algún pecado sin confesar y sin dejarlo.
“El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13). Si tú has pecado contra alguien, tú te desviarás hasta que arregles el asunto.

5.         Rencor encubierto
Permitir que el rencor penetre en nuestro corazón, posiblemente en contra de algún hermano cristiano, debido a una ofensa real o imaginaria, es un pecado que debemos sacar de nuestro corazón. Si no, nuestra lenta desviación se hará inevitable. Debemos perdonar sinceramente a otros, para que Dios nos pueda perdonar.

6.         Viviendo en las bendiciones pasadas
No debe ser así. Los hijos de Israel tenían que recoger diariamente el maná. Cuando algunos trataron de almacenarlo, el mismo se agusanó. Una experiencia cristiana “agusanada” es el principio de la caída. Debemos mantenernos al día en comunión con Dios.

7.         Inactividad
Un cristiano inactivo es un cristiano que va a la deriva. El trabajo es necesario tanto para la salud espiritual así como para la física. El agua sin movimiento se estanca, y se convierte en lugar de reproducción de larvas. Si “el agua de vida” en el corazón de un cristiano no está manado hacia otros, entonces lo indeseable va a crearse. Algunos han pensado neciamente que ellos ya han servido al Señor Jesucristo lo suficiente, que ahora merecen unas vacaciones. Las vacaciones espirituales usualmente llegan a ser fatales. Aun una vida prolongada es demasiado corta para servir al Señor quien dio su todo por nosotros. Si tú no estás activo por Jesucristo, ponte a trabajar, y mantente ocupado hasta que él venga.
8.         Olfateo religioso
“Andar husmeando” en cualquiera de las sectas falsas, generalmente resultará en ser atrapado por Satanás en alguna de ellas. Mantente apegado al camino de la Palabra de Dios. Como un amigo mío acostumbraba a decir: “Si es nuevo, no es verdad; y si es verdad, no es nuevo”. Hay miles de caminos que llevan al infierno, pero uno solo es el que nos lleva al cielo: la entrega de nuestro corazón al Señor Jesucristo, confiando solamente en Él, quien murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación.

9.         Vagabundos de iglesia
Ellos vagan de iglesia en iglesia, y están siempre a la deriva. No quieren tener ninguna responsabilidad en ningún lugar, ni quieren hacer nada. Una responsabilidad constante es una fortaleza al alma. Todos los cristianos deben unirse inmediatamente a una iglesia fiel a la Palabra de Dios, la cual les ayudará, y a la cual ellos pueden soportar.

10.       Amor al dinero
El amor febril al dinero empuja a muchos a deslizarse. El deseo insaciable de tener más y mejores cosas es la ruina de muchos. El Señor Jesús nos avisó:“Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15).
Y, los que se roban el día del Señor, para conseguir más dinero, son iguales al vagabundo, a quien fue regalado seis dólares por un hombre que tenía siete dólares. El mendigo luego lo golpeó y le robó al donante el séptimo dólar. Los cristianos que hacen esto, encontrarán que el dinero que ganan el día domingo les saldrá muy caro. Muchos dicen que están demasiado cansados para ir a la iglesia el día del Señor, pero casi nunca están demasiado cansados para trabajar y ganar dinero. Ponen al dinero en primer lugar, y en segundo lugar a Dios. (¡La Biblia la llama “idolatría”! Colosenses 3.5)
Algunos caen en la tentación de utilizar métodos dudosos para ganar dinero. No es el dinero, sino “el amor al dinero” (y las cosas que el dinero compra), lo que es “la raíz de todos los males” (1 Timoteo 6:10. ¡Cuidado! Ama a Cristo de todo corazón y obedece su amorosa voluntad. “Sean... contentos con lo que tenéis ahora; porque Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5). Ríndele todo a Dios. El te bendecirá.

11.       El amor al placer
El mundo es muy aficionado al placer. Aun muchos cristianos son “amadores de los deleites más que de Dios” (2 Timoteo 3:4). Cualquier tipo de placer, o cantidad de placer que quita vida o sabor a las cosas espirituales, es dañino. “Pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta” (1 Timoteo 5:6). Todos necesitamos recreación, pero solamente para el bien del cuerpo y la mente, no para gozarse de placeres. Y no debemos invertir el tiempo en recreación cuando debemos estar en la iglesia. Después de haber estado en el mundo del trabajo durante seis días, necesitamos “subir a tomar el aire” para nuestras almas en el día del Señor. En tu corazón el Señor te dará “delicias a tu diestra para siempre” (Salmos 16:11).

12.       Cambio de residencia
El cambio de residencia a un nuevo lugar, a muchos los empuja a deslizarse. ¡La gente no titubea en ir a un establecimiento comercial desconocido, pero sí titubean al ir a una iglesia diferente! Como la gente no les conoce en ese nuevo lugar, ellos piensan que no habrá ningún problema si no van a la iglesia por algún tiempo. Habiéndose mudado de anteriores obligaciones, algunas personas no quieren darse prisa en tomar nuevas obligaciones. Esta es una trampa sutil. La tardanza es peligrosa. Si no hacemos hincapié en congregarnos con los santos inmediatamente en la nueva localidad, es probable que ya nunca lo vayamos a hacer. Y entonces la pérdida será eterna, tanto para nosotros como para nuestros hijos. Busca una iglesia que sea fiel a la Palabra de Dios y asiste allí.

13.       Dejando de congregarnos
¡Dejar de congregarse en la casa de Dios, es una de las causas y una clara prueba de que un cristiano se esté deslizando! Ellos dejan la casa de Dios porque han perdido el calor de su primer amor a Cristo. “Has dejado tu primer amor” (Apocalipsis 2:4). Y si no amamos a Cristo lo suficiente para obedecer este mandato tan sencillo de “No dejando de congregarnos” (Hebreos 10:25), no nos engañemos, pensando que amamos al Señor lo suficiente para obedecerlo en otros puntos. Solamente vivir una vida moral no es vivir para Cristo, sino para nosotros mismos. Para agradar a Cristo, no solamente debemos mantener ciertas creencias, sino también debemos obedecerlas. Y, Él nos ordena que no dejemos de congregarnos.
Muchos dicen: “Yo puedo ser tan excelente cristiano aun quedándome en casa”. No es así. Los que dicen eso están demostrando que son perezosos, egoístas y cristianos desobedientes, si es que en realidad son cristianos. A ellos no les importa si los cultos se celebran o si la obra de Dios prospera, o no. Si un padre o madre se olvida de su familia, o si un soldado se olvida de sus obligaciones, ellos son culpables. Si un cristiano deja de congregarse a razón de su flojera, él es culpable delante de Dios. Y, nosotros abandonamos la casa de Dios, cuando, pudiendo ir, no vamos. Para muchos, cualquier excusa es suficiente para mantenerse alejados de la iglesia. Un cristiano obediente es feliz en asistir a todos los cultos que le son posibles, domingo en la mañana, domingo por la noche, cultos entre semana, etc. Él se goza en ello, crece y da fruto.
A una mujer lisiada que se arrastraba sobre dos bastones, se le preguntó cómo le hacía para asistir fielmente a la iglesia. Ella contestó: —Mi corazón llega primero, y mis piernas paralizadas lo siguen.
Muchos cristianos son exactamente lo opuesto a este caso. Tienen buenas piernas, y aun automóviles, pero sus corazones espirituales están paralizados. Por lo tanto ellos no hacen caso al mandamiento del Señor Jesucristo acerca de “no dejando de congregamos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuando veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:25).
El Señor viene. No te deslices. No dejes de reunirte con los hermanos. “Y tú serás echado de menos, porque tu asiento estará vacío” (1 Samuel 20:18). Dios conoce tu necesidad de congregarte, y otros necesitan la ayuda de tu ejemplo y de tu estímulo.
Por amor al Hijo de Dios quien te ama y se dio a sí mismo por ti, y por amor a otros, y por amor a ti mismo, ¡detente ahora mismo de ir a la deriva! Barcos que van a la deriva peligran otros barcos. Recuerda que entre más tiempo andes a la deriva, tu separación del Señor será mayor; y entre más tiempo pase, tendrás menos deseos de volver; y entre más lejos te encuentres, será más difícil regresar. No se puede recuperar los años y los días que desperdiciamos, tampoco podemos evitar el cosechar amargamente lo que nos sembramos. Cada día que te retrases, tu corazón se pone más duro.
Si tú eres salvo, confiesa tu deslizamiento al Salvador. Deja tu deslizamiento y sigue adelante en tu vida cristiana. Si no, retrocederás. No podemos mantenernos estáticos, o sea, quedarnos siempre en el mismo lugar. Sé constante en tu lectura diaria de la Palabra de Dios, en congregarte con otros hermanos que aman a Cristo y en el ofrendar, así como en testificar de Cristo Jesús.
Si tú no eres cristiano, amigo mío, ahora mismo ancla tu alma en la Roca Eterna, el Señor Jesucristo. Abre la puerta de tu corazón y recíbelo como tu Salvador y Señor. Él te guardará y proveerá para cada una de tus necesidades. Alábale. Vive para Él. ¡Hazlo ahora mismo!


Por Franklin G. Huling (revisado)


sábado, 11 de abril de 2015

Diferencias entre el cristianismo primitivo y el cristianismo de hoy



Extranjeros en este mundo

Cuando la iglesia aún se encontraba próxima al tiempo de los apóstoles, los cristianos verdaderamente vivían en este mundo como extranjeros. Ellos vivían según los valores del reino, lo cual los hacía notablemente diferentes del mundo a su alrededor. Su mira estaba puesta en Jesucristo y su reino, y por lo tanto, los asuntos públicos de este mundo no tenían la menor importancia para ellos.
Hermas, quien escribió cerca del año 150 d. de J.C. o tal vez antes,desde la ciudad de Roma, dijo lo siguiente:
Ustedes, los siervos de Dios, saben que moran en tierra ajena. Pues su ciudad está lejos de aquí. Si conocen, pues, la ciudad en la cual vivirán,¿por qué consiguen tierras aquí, hacen preparativos costosos y acumulan moradas y edificaciones inútiles? El que hace preparativos para esta ciudad no puede regresar a la suya. (…) ¿Acaso no comprenden que todas estas cosas pertenecen a otro y están bajo la autoridad de otro?(…) Por tanto, presten atención. Al igual que aquel que vive en tierra ajena, no hagan preparativos adicionales para sí mismos, salvo para loque sea estrictamente necesario. Y prepárense a abandonar esta ciudad cuando el amo de esta ciudad venga para echarlos fuera de ella por desobedecer su ley.1


Tatiano, quien vivió en el Medio Oriente, escribió su defensa del cristianismo aproximadamente en el año 160 d. de J.C. En su escrito,al hablar en nombre de todos los cristianos, él proclamó: “Yo no deseo ser un rey. No anhelo ser rico. Rechazo toda posición militar. Detesto la fornicación. No soy llevado por un amor insaciable de ganancias[financieras] para hacerme a la mar. No compito por una corona. Estoy libre de una sed excesiva por la fama. Desprecio la muerte. (…) ¡Morid al mundo, repudiando la locura que hay en él! ¡Vivid para Dios!”2


Clemente de Alejandría fue un cristiano instructor en la iglesia de Alejandría, Egipto. Sus escritos, que datan aproximadamente del año195 d. de J.C., expresan la indiferencia de los cristianos primitivos encuanto a la política, el patriotismo y los acontecimientos de este mundo.Él resumió el sentir de los cristianos primitivos cuando escribió: “No tenemos nación alguna en la tierra. Por tanto, podemos desdeñar las posesiones terrenales”.3

Tertuliano, quien escribió entre los años 195 y 212 d. de J.C., fueun escritor enérgico que perteneció a la iglesia en Cartago, África del Norte. Al igual que sus hermanos cristianos de aquella época, él testificó que los cristianos no tienen ningún interés en los asuntos políticos y gubernamentales a su alrededor:
Todo celo en la búsqueda de gloria y honor está muerto en nosotros.De modo que nada nos presiona a participar en sus reuniones públicas. Además, no hay otra cosa más totalmente ajena a nosotros que los asuntos del estado. Reconocemos un único dominio que lo abarca todo;el mundo. Renunciamos a todos los espectáculos de ustedes. (…) Entre nosotros nunca se dice, ve o escucha nada que tenga algo en común con la locura del circo, la deshonestidad del teatro, las atrocidades de la arena o el ejercicio inútil del campo de lucha libre. ¿Por qué se ofenden con nosotros si diferimos de ustedes en cuanto a sus placeres?4


Citando a sus hermanos cristianos, Tertuliano escribió: “En lo quea ustedes respecta, ustedes son extranjeros en este mundo, ciudadanos de Jerusalén, la ciudad que está en el cielo. Nuestra ciudadanía, dice el apóstol, está en los cielos.”5


Orígenes fue uno de los hombres más brillantes de su tiempo. Durante varias décadas, él sirvió como maestro en la iglesia en Alejandría. Posteriormente, se trasladó a Cesarea donde fue ordenado como anciano o presbítero. Uno de los trabajos más valiosos de Orígenes fue su respuesta a Celso, un pagano crítico del cristianismo:Celso también nos insta a que “ocupemos un cargo en el gobierno del país,si es necesario para la observancia de las leyes y el apoyo de la religión”. Sin embargo, reconocemos en cada estado la existencia de otra organización nacional que fue fundada por la palabra de Dios. Y exhortamos a aquellos que son poderosos en la palabra y de una vida irreprensible a que gobiernen las iglesias. (…) No es con el propósito de evadir los deberes públicos que los cristianos rechazan los cargos públicos. Más bien, espara que ellos puedan reservarse para un servicio más divino y necesarioen la iglesia de Dios, la salvación de los hombres.6

Cipriano sirvió como obispo de Cartago aproximadamente en el año 250 d. de J.C. Él dejó una recopilación cuantiosa de correspondencia con otros cristianos y otras iglesias, la cual nos da una idea significativa de las creencias de los cristianos en su tiempo. A manera de confirmación de lo que sus hermanos cristianos estaban diciendo,él escribió: “De una vez y por todas debemos recordar que hemos renunciado al mundo, y que mientras tanto vivimos aquí como extranjeros y advenedizos”.7




La no resistencia

Los cristianos primitivos no sólo se distanciaron del gobierno y de otros asuntos de este mundo, sino que también siguieron de una forma muy literal las enseñanzas de Jesús sobre la no resistencia. Los siguientes son algunos pasajes representativos de los mismos autores que cité anteriormente:
Clemente de Alejandría escribió: “A los cristianos no les es permitido usar la violencia para corregir las faltas del pecado”.8
Tertuliano confirmó esto, diciendo: “¿Qué diferencia hay entre el provocador y el provocado? La única diferencia es que el primero fue el primero en hacer el mal, pero el último lo hizo después. Cada uno está condenado ante los ojos del Señor por herir a un hombre. Por cuanto Dios prohíbe y además condena toda maldad. Cuando sehace un mal, no se toma en cuenta el orden. (…) El mandamiento es absoluto: no se paga mal con mal”.9

Testimonio de la tortura y muerte del Hermano Dirk Willemsz

El fiel hermano y seguidor de Jesucristo, Dirk Willemsz, demostró
en su vida el gran valor del mandamiento: “Amad a vuestros
enemigos, ... haced bien a los que os aborrecen, y orad por los
que ... os persiguen” (Mateo 5.44).
Las autoridades neerlandeses mandaron capturar a ese
hermano anabaptista en 1569. Al ver al cazador de ladrones
acercándose, el hermano Dirk huyó y escapó, cruzando un río
congelado. Siguiéndolo, el cazador de ladrones procuró cruzar
el mismo río, pero se quebró el hielo y él cayó en el agua helada.
Viendo que su perseguidor iba a ahogarse, Dirk volvió y lo
rescató. El cazador de ladrones, profundamente conmovido por esta demostración de amor, quiso librar al hermano, pero su jefe,
gritándole desde la otra orilla, no le permitió hacerlo.
Varias semanas después, cuando llegó el día de la muerte del
hermano Dirk, hacía mucho viento en las llanuras neerlandeses.
A causa del viento, las llamas del fuego no alcanzaron la parte
superior del cuerpo del hermano (quien estaba atado con cadenas
a una estaca para ser quemado vivo). Por esto, pasó largo
rato sufriendo mientras se quemaban sus piernas. En el pueblo
cercano de Leerdam le oyeron exclamar más de setenta veces:
“¡Oh Señor, mi Dios!”
El juez, montado a caballo, dijo al fin:
—Dale a ese hombre el golpe de gracia.
No sabemos, pues, la manera exacta en que murió, pero
sabemos que soportó con gran firmeza esa última prueba de su
vida, y seguramente recibió la corona de gloria eterna.

—de Martyrs Mirror, páginas 741–742Testimonio de la tortura y muerte del Hermano Dirk Willemsz El fiel hermano y seguidor de Jesucristo, Dirk Willemsz, demostró en su vida el gran valor del mandamiento: “Amad a vuestros enemigos, ... haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que ... os persiguen” (Mateo 5.44). Las autoridades neerlandeses mandaron capturar a ese hermano anabaptista en 1569. Al ver al cazador de ladrones acercándose, el hermano Dirk huyó y escapó, cruzando un río congelado. Siguiéndolo, el cazador de ladrones procuró cruzar el mismo río, pero se quebró el hielo y él cayó en el agua helada. Viendo que su perseguidor iba a ahogarse, Dirk volvió y lo rescató. El cazador de ladrones, profundamente conmovido por esta demostración de amor, quiso librar al hermano, pero su jefe, gritándole desde la otra orilla, no le permitió hacerlo. Varias semanas después, cuando llegó el día de la muerte del hermano Dirk, hacía mucho viento en las llanuras neerlandeses. A causa del viento, las llamas del fuego no alcanzaron la parte superior del cuerpo del hermano (quien estaba atado con cadenas a una estaca para ser quemado vivo). Por esto, pasó largo rato sufriendo mientras se quemaban sus piernas. En el pueblo cercano de Leerdam le oyeron exclamar más de setenta veces: “¡Oh Señor, mi Dios!” El juez, montado a caballo, dijo al fin: —Dale a ese hombre el golpe de gracia. No sabemos, pues, la manera exacta en que murió, pero sabemos que soportó con gran firmeza esa última prueba de su vida, y seguramente recibió la corona de gloria eterna. —de Martyrs Mirror, páginas 741–742 



Otra vez, Tertuliano escribió: “El Señor salvará a su pueblo en ese día,como a ovejas. (…) Nadie les da el nombre de “ovejas” a los que caen en combate con las armas en la mano, o a los que son asesinados mientras repelen la fuerza con la fuerza. Más bien, este nombre les es dado únicamentea los que caen, entregándose a sí mismos en sus propios lugares de servicio y con paciencia, en lugar de luchar en defensa propia”.10
Lactancio fue un cristiano muy culto que escribió en la primera parte del siglo IV, diciendo:“Cuando sufrimos semejantes cosas impías, no resistimos ni siquiera de palabra. Más bien, le dejamos la venganza a Dios”.11
Y nuevamente dice: “El cristiano no perjudica a nadie. Él no desea la propiedad de los demás. De hecho, él ni siquiera defiende la suya propia si se la quitan por medio de la violencia. Por cuanto él sabe cómo soportar pacientemente un mal hecho en su contra”.12
Y dice finalmente: “No nos resistimos a los que nos lastiman, porque debemos ceder ante ellos”.13

Otro escritor cristiano de la iglesia primitiva a quien no he presentado aún es Atenágoras. Él escribió una defensa del cristianismo aproximadamente en el año 175 d. de J.C., en la cual dijo: “Hemos aprendido ano devolver golpe por golpe ni tampoco a presentar demandas en contrade los que nos saquean y roban. No sólo eso, sino que a los que nos denen una mejilla, hemos aprendido a volverle la otra también”.14



Los cristianos en el ejército

No hay evidencia alguna en los escritos romanos seculares ni en los escritos cristianos que demuestre que algún cristiano sirviera en los ejércitos romanos antes del año 170 d. de J.C. Sin embargo, a pesar de la condena de la iglesia primitiva en contra de la guerra y los asesinatos,el testimonio de la historia revela claramente que después del año170 d. de J.C., hubo algunos cristianos en el ejército romano. Algunos escritores se han basado en esto para argumentar que, en realidad, los cristianos primitivos no se oponían a la guerra. No obstante, esa no es una presentación honesta de la historia, ya que el testimonio unánime de todos los escritores cristianos primitivos es que todos los cristianos se negaron a involucrarse en la matanza de personas.

Entonces, ¿cómo reconciliamos esta aparente contradicción? El trabajo de un cristiano primitivo titulado La tradición apostólica,recopilado por Hipólito cerca del año 200 d. de J.C., esclarece el asunto. Al describir cómo la iglesia debe tratar a los candidatos parael bautismo, Hipólito afirma: “A un soldado de la autoridad civil se ledebe enseñar a que no mate a los hombres y a que se niegue a hacerlo si se le ordenara, y también a negarse a prestar juramento. Si él no está dispuesto a cumplir, se le debe rechazar para el bautismo. Un comandante militar o un juez de la corte que esté activo tiene que renunciaro ser rechazado. Si un candidato o un creyente busca convertirse en soldado, tendrá que ser rechazado por haber despreciado a Dios”.15

Parece que a partir de cerca del año 170 d. de J.C., la política general de la iglesia era que si un soldado se convertía a Cristo, él no tenía que abandonar el ejército para ser bautizado. Sin embargo, él tenía que estar de acuerdo con nunca usar la espada ni prestar juramento. Pero, si un civil cristiano entraba voluntariamente al ejército, o si un soldado retirado regresaba al ejército por gusto propio, esa persona era excomulgada de la iglesia. Incluso hasta el siglo IV, ésta todavía era la política general de la iglesia.16

¿Por qué la iglesia no les exigía a los soldados recién convertidosque abandonaran el ejército antes de bautizarlos? Porque normalmente un soldado servía un período de 25 años en el ejército. Por lo general,su única manera de salir del ejército era por medio de la muerte o por medio del cumplimiento de su servicio. Permanecer en el ejército sin usar la espada no hubiera sido tan difícil como podría parecernos a nosotros hoy día. Debemos recordar que el Imperio Romano se encontraba relativamente en paz durante este período del cristianismo primitivo, por tanto era muy posible que un cristiano pudiera pasarse toda su vida en el ejército sin que se le exigiera derramar sangre o emplear la violencia contra alguna persona. De hecho, durante el período del cristianismo primitivo, los soldados mayormente servían como encargados de mantener la paz civil y como ingenieros en la construcción de caminos, muros y acueductos.

En realidad, los primeros registros de cristianos en el ejército (c170 d. de J.C.) afirman específicamente que los cristianos se negaban a usar sus espadas y que solamente oraban. Dios contestó sus oraciones al enviar una lluvia intensa que hizo que los invasores se retiraran sin que hubiera una batalla.17

Por favor, comprenda que no estoy diciendo que la posición de laiglesia primitiva después del año 170 d. de J.C. hacia los soldadosrecién convertidos era necesariamente la posición correcta. Solamenteestoy diciendo que la posición de la iglesia no representaba unaaceptación de la guerra ni tampoco expresaba un rechazo explícito dela no resistencia.



Cuando los reinos se oponen entre sí
Por no pertenecer a este mundo, el reino de Dios comúnmente entra en conflicto con los reinos de este mundo. Al igual que Pedro y los apóstoles, los cristianos primitivos se negaron a violar cualquiera de los mandamientos de Jesús, incluso cuando el César lo exigía. Orígenes escribió: “¿Qué tal si la ley de la naturaleza, o sea, la ley de Dios, manda que se haga lo que se opone a la ley escrita? Hasta la propia lógica nos dice que nos despidamos del código escrito (…) y que nos entreguemos a nuestro Legislador, Dios. Esto es así aun cuando al hacerlo sea necesario que nos enfrentemos a peligros, a innumerables pruebas, y hasta la muerte y la deshonra”.18

Lactancio agregó: “Cuando los hombres nos mandan que actuemos contrario a la ley de Dios, y contrario a la justicia, ninguna amenaza o castigo que nos sobrevenga debe disuadirnos. Por cuanto preferimos los mandamientos de Dios a los mandamientos del hombre”.19

En conclusión, la no resistencia y la separación del mundo fueron las prácticas históricas del cristianismo.

Notas finales
 1 Hermes The Shepherd, Libro III, cap. 1; ANF, Tomo II, 31.
2 Tatian To The Greeks, cap. 11; ANF; Tomo II, 69.
3 Clemente de Alejandría The Instructor, Libro III, cap. 8; ANF, Tomo II,281.
4 Tertuliano Apology, cap. 38; ANF, Tomo III, 45,46.
5 Tertuliano De Corona, cap. 13; ANF, Tomo II, 101.
6 Orígenes Against Celsus, Libro VIII, cap. 75; ANF, Tomo IV, 668.
7 Cipriano On Mortality, cap. 26; ANF, Tomo V, 475.
8 Clemente de Alejandría, citado en Sermón 55 de Máximo. ANF, Tomo II,581.
9 Tertuliano Of Patience, cap. 10; ANF, Tomo III, 713.
10 Tertuliano Against Marcion, cap. 39; ANF, Tomo III, 415.
11 Lactancio The Divine Institutes, Libro V, cap. 21; ANF, Tomo VII, 158.
12 Lactancio cap. 24; ANF, Tomo VII, 160.
13 Lactancio cap. 18; ANF, Tomo VII, 184.
14 Atenágoro Plea for the Christians, cap. 1; ANF, Tomo II, 129.
15 Hipólito (Traducción de Gregory Dix y Henry Chadwick) The ApostolicTradition (Ridgefield, CT: Morehouse Publishing, 1992) 26.
16 Canon XII de Nicea; Philip Schaff, ed. The Nicene and Post-NiceneFathers, First Series. Tomo 10 (Grand Rapids: William B. EerdmansPublishing Company, 1983), 27.
17 “Epistle of Marcus Aurelius to the Senate,” ANF, Tomo I, 187.
18 Orígenes Against Celsus, Libro V, cap. 37; ANF, Tomo IV, 560.19 Lactancio, Libro 6, cap. 17; ANF, Tomo 7, 182–183.Capítulo 16

Edición original en inglés: The Kingdom That Turned the World Upside Down© 2003 David W. Bercot
Todos los derechos reservadosScroll Publishing Companywww.scrollpublishing.com

domingo, 5 de abril de 2015

El sermón del monte - (Lección 2 ) LAS BIENAVENTURANZAS

La humanidad siempre ha buscado felicidad. En realidad, la Declaración de Independencia (de los Estados Unidos) dice que el hombre debe tener el derecho a “la vida, la libertad y la búsqueda de felicidad”. Las bienaventuranzas contienen el secreto de cómo conseguir una felicidad que no dependa de que las circunstancias externas siempre estén perfectas.
¡En verdad, las bienaventuranzas prometen felicidad a los que son pobres, a los que lloran, a los perseguidos y a los que aparentemente son desprovistos de lo que el mundo cree ser esencial para la felicidad! ¿Cuál es este secreto extraño que pone la felicidad verdadera al alcance de cualquier ser humano, aunque no tenga riqueza, poder, seguridad material, fama, ni libertad?
El secreto se halla en el concepto bíblico de ser bienaventurado. La palabra hebrea del Antiguo Testamento Barukh significa afortunado, talentoso, feliz, ser alabado, y agradecido. La palabra del Nuevo Testamento makarios significa feliz, afortunado, agradecido, ser admirado, ensanchado. En ambos casos, el significado se refiere a la felicidad de una persona en contentamiento con el más alto bien, y en la disposición de la persona en vez de las circunstancias externas de su vida. Antes de decir más, lee otra vez las bienaventuranzas:

“Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.
Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.”
Ahora que las has leído otra vez, ¿cuál fue tu impresión? ¿Te fijaste en que dice que Jesús se sentó y les enseñó? Cuando nos sentamos a los pies de Jesús, él nos enseña el cómo ser bienaventurados, felices, agradecidos y contentos. ¡Su presencia con nosotros puede cambiar cualquier circunstancia difícil y exterior de la vida a un paraíso! ¡Aun si estamos en la cárcel, estar encarcelado con Jesús es mejor que ser un carcelero sin Jesús! ¿Recuerda a Pablo y a Silas, azotados y encarcelados injustamente, pero cantando? El carcelero era el que estaba infeliz y les rogó para el secreto de la bienaventuranza.  

La felicidad mundana depende de que los acontecimientos o las circunstancias exteriores siempre sean perfectamente agradables. La bienaventuranza cristiana depende solamente en tener la mente y el Espíritu de Cristo viviendo y obrando dentro de nosotros, transformándonos a su imagen. Lee 2ª Corintios 3.17,18. Es Cristo en ti la esperanza de gloria (Col. 1.27).
Las nueve bienaventuranzas no son nueve diferentes clases de personas; son nueve aspectos del mismo carácter. En realidad, describen la mente de Cristo, el carácter de Jesús. ¡Si tú tienes a su disposición creciendo y desarrollándose dentro de ti, con razón eres bienaventurado! ¿No es esto lo que quiere decir el Nuevo Testamento cuando después nos dice que estamos agonizando “hasta que Cristo sea formado en vosotros?” (Gá. 4.19)
Jesús dijo: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada con él” (Jn. 14.23). “Si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Ro. 8.9). El carácter cristiano no se expresa con hacer el bien, sino con ser semejante a Dios,
Dios originalmente diseñó que el hombre fuera una morada o un domicilio para sí mismo. ¡No hay hombre bienaventurado si no concuerda con este diseño! ¡Si no lo tienes todavía, déjale entrar en tu vida ahora (Ap. 3.20)!


En Cristo y Cristo en ti
El alivio de la salvación es confesar tus pecados, tenerlos lavados por la sangre de Jesús, ser perdonado y ser trasladado en Cristo. Pero el gozo, la gloria, la hermosura y la bienaventuranza adicionales a la salvación es saber que no solamente tenemos una nueva posición en Cristo, sino que hemos recibido una nueva disposición de Dios: ¡Cristo en nosotros!
El Sermón del Monte solamente puede ser comprendido correctamente, invitando a hombres a vivir una vida llena del Espíritu. El Espíritu Santo nos ministra a Cristo a nosotros y en nosotros, ¡para que nuestros cuerpos y nuestras almas lleguen a ser templos de Dios (1 Co. 3.16; 6.19,20)!
Cada bienaventuranza es una declaración de felicidad, conectada a una promesa. Considéralas una por una.

“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es si reino de los cielos.” Solamente si somos lo suficientemente honrados, para reconocer nuestra pobreza sin la presencia de Dios, puede él entrar en nuestras vidas y desarrollar en nosotros su amor divino. ¡El reino de los cielos es donde ha entrado la presencia del Rey! Amor es la bandera que ondea sobre nuestro templo cuando el Rey reside allí.
Una persona que es orgullosa en espíritu no confesará su necesidad de Dios y así le negará la entrada. ¡Ay de aquellos que se creen suficientes por sí mismos! ¡Qué arrogancia! Ningún hombre es una isla en sí mismo. Nadie se completa hasta que su vacío interior se llene de la Presencia Divina.

“Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados”. Solamente los que lloran por sus pecados en arrepentimiento verdadero pueden ser consolados por la habitación en sus vidas por el Espíritu consolador. ¡Ay de aquellos que siempre están bromeando y contando chistes y nunca consideran la desgracia de su necesidad! Las risas vacías no dan consuelo; las diversiones no satisfacen a nadie. Las diversiones nos ayudan a pasar el tiempo, pero ¿qué haremos con la eternidad? Gracias a Dios por el arrepentimiento. Es bienaventurado confesar nuestros pecados y hallar perdón.

“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.” La mansedumbre no es debilidad, sino poder controlado. El poder espiritual para ser sumiso para asimilar daños sin vengarse—al fin esto disipará toda tiranía y serán los mansos justos que heredarán los nuevos cielos y la nueva tierra.
¡Ay de los dictadores sangrientos quienes dejan cuerpos y pueblos despedazados tras sí! Al fin ellos serán vencidos por los mansos terribles. ¿Dónde está Alejandro Magno hoy con todas sus conquistas? Pero el Nazareno manso y humilde todavía está conquistando nuevas tribus.
Fue G. Campbell Morgan quien dijo:

“En estas bienaventuranzas de apertura, el Rey reveló la verdad acerca de la naturaleza de su reino, al aclarar este hecho singular, sencillo y todo inclusive: que el reino de los cielos tiene que ver primeramente con el carácter... Las ideas humanas de un reino giran alrededor de pensamientos de poder racial, de habilidad militar, de pompa material. Aún hoy día se oye gente, principalmente faltos del espíritu cristiano, que se jactan de tales cosas, pensando que la grandeza consiste en armamentos”.

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.” ¿Cómo puede alguno estar contento con cosas insignificantes? ¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
El mundo ofrece riqueza, honor, fama, gloria y poder, ¡pero el mundo y sus deseos están pasando! Si nosotros miramos a Jesús, encontraremos satisfacción, paz y contentamiento.

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.” Cuando estés en una posición de poder con la capacidad de hacerle un mal a otra persona (o aún a un animal), te es una bienaventuranza abstenerte de tal cosa y, en vez de eso, mostrarle misericordia. Con todo, todos deseamos misericordia de Dios. Cuando vemos nuestra propia depravación, no podemos menos que orar: “¡Dios sé propicio a mí!” Cuando fue acometido por los fariseos amargamente críticos por dar él ciertas libertades a sus discípulos en el día sábado, Jesús replicó: “Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes; porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo” (Mt. 12.7,8).
El mayor cambio del Nuevo Pacto con respecto al Viejo Pacto está en el énfasis en que la ley debe estar en nuestro interior. Todo el sistema del templo y las observancias del día sábado se han puesto a un lado; dándose énfasis al amor, a la misericordia y al perdón, y a una relación directa con Dios por medio de Cristo. Las prácticas del día sábado y del templo son obviamente ausentes en el Sermón del Monte. (La única vez que se menciona en Mateo 5.23,24 de traer una ofrenda al altar se le resta importancia en relación a la mayor importancia de reconciliarse primero con su hermano).
El Nuevo Testamento habla de misericordia, misericordias, misericordioso más de sesenta veces (en la traducción inglesa). Nuestro Señor dice en Mateo 23.23 que los escribas y los fariseos se han especializado en cosas menores mientras que han descuidado la misericordia, la justicia, la fe y las cosas más importantes de la ley. El ideal de Miqueas 6.8 es parecido al ideal del Nuevo Testamento en relación a actitudes de compasión en vez de dureza del corazón, amargura, resentimiento y venganza:
“Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.
“Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis. Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia, y la misericordia triunfa sobre el juicio” (Stg. 2.8,13).
“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.” Uno de los deseos del cuerpo es el deseo sexual. Las relaciones sexuales dentro del matrimonio son puras, sin mancilla y honrosas (He. 13.4). Pero el sexo fuera del matrimonio es condenado, sea masturbación, fornicación, adulterio, u homosexualidad. La pornografía alimenta la lascivia.
No se logra felicidad verdadera aumentando nuestros compañeros sexuales sino con el sumo bien, la comunión con Dios. Ver a Dios, ser visitado por Dios, permitir que Dios venga y more dentro de nuestro templo personal es verdaderamente bienaventurado. Queremos purificarnos como él es puro (1 Jn. 3.3).

“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.” Jesucristo es el Príncipe de Paz y sus discípulos se especializan en el ministerio de la reconciliación. En las dos grandes épocas de la historia de la Iglesia, la Iglesia primitiva y la restitución anabautista, los discípulos de Cristo entendían claramente que eran llamados a ser pacificadores en vez de guerreros.
Menno Simons dijo: “Los regenerados no participan en la guerra, ni toman parte en disensión. Ellos son los hijos de paz quienes han vuelto sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces, ni conocen guerra. Le dan a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios. Su espada es la espada del Espíritu, la cual manejan con buena conciencia por medio del Espíritu Santo”.

“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”. Desde el principio de su ministerio, nuestro Señor aclaró que su enemigo Satanás sería también el enemigo del cristiano: “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Jn. 15.20). Será por la misma razón: “Los hombres amaron más las tinieblas que la luz... porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz” (Jn. 3.19,20).
Cuan distinta suena la Palabra de Dios a la popularidad fácil de los modernistas, quienes desprecian la cruz: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Ti. 3.12). Pero otra vez, no debe ser persecución por nuestras propias faltas antagónicas, pero como el Señor prometió: “por mi causa”. La luz es aborrecida porque siempre expone las tinieblas.
La octava bienaventuranza específica persecución por causa de la justicia y la novena bienaventuranza específica persecución por mi causa. Es significativo que dos de las nueve bienaventuranzas traten de la persecución. La octava promete la bienaventuranza de estar seguros de que el reino de los cielos es nuestro y la novena nos promete gran gozo, confianza valiente y grandes galardones en el cielo. Millones de mártires han sellado su fe con un bautismo de sufrimiento y muerte. ¡La sangre de los mártires convirtió a muchos otros!
Los enemigos del cristianismo son muchas veces comparados con animales irracionales (o bestias). La Biblia advierte de lobos rapaces, una generación de víboras, perros, cerdos que pisotean la verdad y vuelven y os despedazan, el león buscando a quién devorar, y el dragón que persigue a la mujer (la Iglesia).
Se ha dicho que devolver un bien por un bien es cosa de hombres, el devolver un mal por un bien es cosa de bestias, pero el devolver un bien por un mal es de Cristo.


Las bienaventuranzas entendidas por el contrario
Una manera de comprender su significado es mostrado como el mundo cree que es ser bienaventurado, o sea lo opuesto al diseño de Dios:

Bienaventurados los orgullosos, porque de ellos es la alabanza de los hombres.
Bienaventurados los despreocupados, porque casi nunca son serios.
Bienaventurados los que se imponen, haciendo valer sus derechos.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de placeres, porque nunca se aburrirán.
Bienaventurados los duros, porque nada los detendrá de llegar a sus metas.
Bienaventurados los inmorales, porque ellos verán realizadas sus lascivias.
Bienaventurados los guerreros, porque se les dirá que de ellos es la tierra de los libres y la patria de los valientes.
Bienaventurados los que evitan la persecución por la transigencia, porque ellos serán populares con la muchedumbre.
Bienaventurados sois cuando todo el mundo te alabará, porque eso querrá decir que ahora podréis ser un político exitoso. (-J. Brown).


Otras paralelas bíblicas a las bienaventuranzas
Las nueve bienaventuranzas del Sermón del Monte corresponden a los nueve frutos del Espíritu (Gá. 5.22) y las nueve frutas y especias del Cantar de los Cantares de Salomón (Cnt. 4.12-16):

Pobres en espíritu
Amor
granados = manzana de amor
Los que lloran
Fe
incienso = arrepentimiento
Los mansos
Mansedumbre
mirra = resina sanadora
Hambre de justicia
Bondad
canela = aceite antiséptico
Los misericordiosos
Benignidad
caña aromática = perfume suave
Los de puro corazón
Dominio propio
áloes = gelatina purificadora
Los pacificadores
Paz
nardos =ungüento suave
Los perseguidos
Paciencia
azafrán = condimento picante
Los vituperados por causa de Jesús
Gozo
alheña = aceite de alegría

Lucas 6.20-26 contiene cuatro bienaventuranzas y cuatro ayes. El libro del Apocalipsis contiene siete bienaventuranzas: Ap. 1.3; 14.13; 16.15; 19.9; 20.6; 22.7; y 22.14. Otras bienaventuranzas famosas: Sal. 1.1; 2.12; 32.2; 66.20; 84.4; 40.4; 112.1; 119.2; Pr. 8.34; Mt. 21.9; Lu. 11.28; 14.15; Sal. 41.1; Stg. 1.12; Jn. 20.29; Ro. 4.7; Lo. 12.37,38; Job 1.21; Gn. 9.26; 14.20. ¡Que Dios te haga bienaventurado también!


  
El Testimonio del Reino: Mt. 5.13-16 
“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres”.
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
Esta sección advierte a la iglesia de perder su testimonio por perder su santidad. También nos advierte del peligro más sutil de tratar de esconder su testimonio. ¡Alumbremos! (Fil. 2.15,16).

“¿Es posible cumplir las bienaventuranzas? ¡Nunca! A no ser que Dios pueda hacer lo que Jesús dice que puede, a no ser que él pueda darnos el Espíritu Santo quien nos rehace y nos lleva a un nuevo (reino). El elemento esencial en la vida del santo es sencillez, y Jesucristo hace el motivo de la piedad gloriosamente sencillo, a saber, sé cuidadosamente descuidado de todo menos de tu relación conmigo (con Cristo). El motivo del discípulo es el de ser agradable a Dios. La verdadera bienaventuranza del santo está en resueltamente colocar y mantener a Dios en primer lugar. En esto se encuentra la desproporción entre los principios de Jesucristo y toda otra enseñanza moral: Jesús basa todo en la realización de Dios, mientras que los demás maestros basan todo en la realización de uno mismo. Hay una diferencia entre devoción a principios y devoción a una persona. Jesucristo nunca proclamó una causa; él proclamó devoción personal a sí mismo —“por mi causa”.               
 —O. Chambers.

LEA MAÑANA LA LECCIÓN 3

© 1986 por Guillermo McGrath

sábado, 4 de abril de 2015

El Sermón del Monte—su fondo, su propósito y su estructura (LECCIÓN 1)


Se tarda solamente dieciocho minutos para leer en voz alta el Sermón del Monte de Jesucristo que se encuentra en los capítulos 5, 6 y 7 de Mateo. Sin embargo, estas palabras inmortales han creado una impresión imborrable en las mentes de los hombres.

Gandhi las llamó las palabras mayores en toda literatura y trató de hacerlas un programa de acción política. Tristemente, él nunca aceptó al Autor de ellas como su Salvador y Señor personal. Nietzsche, el filósofo loco de Alemania quien inventó las palabras “Dios está muerto”, protestó furiosamente contra el Sermón del Monte, llamándolo la moralidad de esclavos.

Martín Lutero afirmó que era imposible vivirlo y que fue dado por Dios solamente para mostrarnos nuestra extrema necesidad de la gracia. Scofield dijo que no era para la iglesia, sino para un milenio futuro. Tolstoi quiso practicarlo sin adorar a Jesucristo como Salvador, y fracasó.
Ninguno de estos hombres encontró el significado verdadero del Sermón del Monte. Nuestro Señor mismo dijo del Sermón: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca” (Mt. 7.24). Lo importante es que el Sermón del Monte no os un código de ética para acción política por hombres no regenerados, sino que es el Manifiesto de Cristo que describe el carácter de los que son salvos por su sangre, nacidos de nuevo por su Espíritu, y que pertenecen a su reino.
El Sermón del Monte no es una colección de reglamentos y normas, sino una revelación de la afable disposición de los que han sido trasladados del reino de las tinieblas al reino del Hijo de Dios, una nueva posición, por la gracia redentora de Dios.
De hecho, el sermón del monte fue usado para enseñar a conversos antes de su bautismo.

Queda evidente que el Sermón del Monte es la ética básica del cristiano, que vemos repetida, explicada y ensanchada a través del resto del Nuevo Testamento. (En la lección VIII veremos como aparece en el resto del Nuevo Testamento). Los anabautistas lo miraron como fundamental.
Los fundamentalistas y los pietistas, siguiendo a Lutero y a Scofield con sus compromisos en la Iglesia estatal y política; la transigencia católica de Constantino, generalmente han tratado de evitar o aplazar le ética del Sermón del Monte. ¡Aun se quejan de que no hable de la cruz y que por lo tanto no tiene nada que ver con la salvación!

La cruz le es central y fundamental al Sermón del Monte. ¡Es la ética de los que se han arrepentido de sus pecados porque el reino de los cielos se ha acercado! ¡La persona que puede leer el Sermón del Monte y no ver la centralidad del perdón y reconciliación, en verdad, ella es ciega! No solamente es ésta la roca en que se basa la salvación cristiana por la obra redentora y perdonadora de Cristo, sino que Cristo mismo es el Camino; la mente de Cristo es nuestro modelo del carácter cristiano. ¡Si nuestra posición nueva en la gracia no nos da una disposición nueva y afable, no se ha llevado a cabo la salvación! Lee Mateo 5.23, 24; 6.12-15
El fondo del Sermón del Monte claramente da por sentado que Cristo primeramente predicó el Evangelio y reunió a sus discípulos a quienes procedió a enseñar el Sermón del Monte como una exposición del carácter y las credenciales de su iglesia:
“Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado (Mt. 4.17)...Venid en pos de mi, y os haré pescadores de hombres (Mt. 4.19), ...Y recordó Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino (Mt. 4.23). Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba” (Mt. 5.1,2).

El Fondo
 Cualquier texto fuera de contexto puede llegar a ser un pretexto. El Sermón del Monte tiene que ser entendido en su contexto. Evidentemente, consiste en dos partes mayores: las bienaventuranzas y el resto. Algunos han querido hacer de las bienaventuranzas como una tabla de contenido del Sermón, y lo han dividido de acuerdo con eso en nueve tópicos. Esto, sin embargo, parece ser forzado y artificial.
Si comparamos el Sermón del Monta a la Declaración de independencia de los EE.UU., las bienaventuranzas son el preámbulo. Como en su totalidad es claramente un manifiesto, o sea las credenciales o la constitución, de las éticas del reino de los cielos, considerémoslo como el programa de la Iglesia y el carácter del cristiano.
En el contexto del Evangelio según San Mateo, el Sermón del Monte le sigue a la tentación de Cristo en Mateo 4. ¡Muy pocos eruditos bíblicos han explicado la relación entre la tentación y el Sermón del Monte, pero es en realidad la clave escondida!
Las tres tentaciones de Cristo no eran solamente personales, sino también programáticas. Personalmente representan todas las tentaciones a las cuales está expuesta la humanidad: los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida (1 Jn. 2.16). En esto representan toda le naturaleza tripartita del hombre: el cuerpo, el alma y el espíritu. Lee Mateo 4.1-11 con cuidado y haz notar como es esto.
Mateo 4.1-4 en el nivel personal es la tentación del cuerpo por medio de sus deseos y apetitos. Pero programáticamente, era una tentación para Cristo (y la Iglesia) de basar el ministerio del reino en un programa de asistencia social; ¡pan para todos! ¿Cuántas Iglesias han caído en esta tentación y han cambiado el Evangelio a un evangelio social?
Mateo 4.5-7 es la tentación de los deseos de los ojos, de desempeñar un papel ante los hombres y atraerlos con poder del alma o sentimentalismo en lugar de la convicción espiritual. El deseo de desempeñar un papel, para ser visto de los hombres, ser presumido, está profundamente arraigado en la naturaleza de la carne. Cristo rehusó un programa basado en señales espectaculares. ¡En realidad, él dijo que es una generación mala y adúltera que busca señales! (Mt. 12.39; 16.4)1 ¿Pero cuántas Iglesias actuales especializan en este sentimentalismo? Actores, músicos, oradores y otros que desempeñen papeles que reciben altos sueldos crean sentimentalismo costoso para atraer a las masas. Jesús rehusó este programa.
La tercera tentación era a lo espiritual, el pervertir a la adoración por medio de dirigirlo hacia un objeto indigno. Programáticamente, ésta es le tentación de utilizar de pompa y poder político para extender el reino de Dios. El Señor Jesús rehusó la oportunidad de establecer un reino Judío en la tierra (Jn. 6.15). El rechazó la revolución o el militarismo (Jn. 18.11,36). ¿Pero cuantos “cristianos” famosos han aceptado esta tentación de Satanás y alegremente han aceptado la espada para promover y proteger su “programa religioso”? Constantino, los papas, Lutero, Züinglio, Cromwell; todos se tomaron poder terrenal y gobernaron por la vanagloria de la vida.


EL ÁRBOL CARNAL
El imperio romano gobernó las masas por medio de proveer tres cosas al pueblo: panem (pan), circensem (los circos), y caesarol (los césares). Estos eran los mismos tres programas que nuestro Señor rechazó. En el nivel personal, estos son los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida (o la codicia de poder). Todo el Sermón del Monte es una exposición de la maldad de éstos.
Hay dos métodos para tratar la carnalidad. El uno es solamente recortar unas de las ramas más feas, y así darle en su totalidad una apariencia más aceptable. El método mejor es el de hacer como dijo Juan el Bautista que Jesús haría al introducir el reino de los cielos:
“Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego” (Mt. 3.10).
Como prueba que este contexto total se acomoda con el Sermón del Monte, oímos a Jesús en Mateo 7.16-20 volver a este tema del árbol espiritual comparado al árbol carnal: “Así que, por sus frutos los conocerá”. ¿Cómo puede el árbol malo de programas carnalos llevar buen fruto? Cuando se mezcla la religión con el evangelio social, funciones teatrales, música mundana, actores de altos sueldos, el correr tras señales espectaculares, pompa política, desfiles, procesiones y poder, ¡es prueba del árbol malo!


Dos Clases de Reinos
 Uno de los métodos hermosos de las parábolas bíblicas es usar dos cosas opuestas para transmitir grandes verdades espirituales. En Mateo 4.8 habla de “los reinos del mundo”. Entonces dos veces en Mateo 4 (vss. 17 y 23), leemos de “el reino de los cielos” y “el evangelio del reino”. Esto es seguido con otro menciones más en el Sermón del Monte (Mt. 5.3,10,19,20; 6.10,33; 7.21). Nuestro Señor dijo: “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí” (Jn. 18.36).
Vez tras vez, Cristo acentúa que su reino no es de este mundo. Es el reino de los cielos; por lo tanto, sus sujetos tienen su ciudadanía celestial, y su lealtad en primer lugar, de obedecer a Dios antes que a los hombres, cuando haya un conflicto entre las dos clases de reinos.
En Mateo 4.23 Jesús proclama que solamente pueden entrar en el reino de los cielos a los que se arrepienten de sus pecados. Juan 3.3-8 demuestra a nuestro Señor explicando además que esto significa ser nacido de nuevo del Espíritu de Dios, dejando la vida vieja y entrando en la vida del reino. Lucas 17.21 dice que el reino de Dios está entre vosotros. Colosenses 1.13,14 dice que los redimidos por su sangre han sido “librados de la potestad de las tinieblas, y trasladados al reino de su amado Hijo”.
En el padrenuestro, oramos que venga su reino, queriendo decir que se extienda y que otros entren en él y que será consumado a la venida de Cristo (1 Co. 15.24-26).
Es claro que el reino de los cielos y el reino de Dios son una y la misma cosa. Se intercambian los términos en Mateo 19.23, 24. También queda inequívocamente evidente que existe en ambos un aspecto presente y un aspecto futuro del reino de Dios.

La estructura del Sermón del Monte:
El lenguaje es primorosamente bello. Es poético, demuestra paralelismo hebreo (que repite la misma verdad en varias maneras) y es rítmico (como en el padrenuestro). Es pictórico, desde los retratos de los fariseos hipócritas hasta los lirios del campo que son más gloriosos que Salomón. Es proverbial, expresando grandes principios en palabras atinadas. Se ha dicho que es la esencia destilada del Antiguo Testamento, dando énfasis en que debemos amar a Dios y a nuestro prójimo.
Consiste solamente de tres capítulos y 111 versículos. Fue dado evidentemente para ser memorizado y repetido oralmente, Fue usado por la iglesia primitiva para instruir a los conversos en preparación para el bautismo. Los rabis usaban principios numerados como puntos de referencia fáciles. Se usa el mismo sistema aquí. Después de 3 tentaciones y las 3 invitaciones (arrepentíos, venid en pos de mí, ser pescadores de hombres) de Mateo 4, notamos estos grupos numéricos en Mateo 5, 6 y 7:
9    Bienaventuranzas: Mt. 5-12

3    Testigos (sal, luz, ciudad): Mt. 5,13-16

6    Maneras en que el amor cumple la ley: Mi. 5.17-48

3    Secretos (limosna, oración, ayuno): Mi. 6.1-18

3    Parejas de codicia (tesoros, ojos, maestros): Mi. 6.19-24

4    “Por tantos” contra el temor: Mt. 6.25-34

4    Consejos (no juzguéis, no deis, pedid, haced vosotros): Mt. 7.1-12.

4    Advertencias (camino malo, fruto malo, les palabras y los hechos de los profetas falsos, casas malas): Mt. 7.13-29

Así que como una estratagema para memorizar, podrían recordar el bosquejo entero del Sermón del Monte con contar los temas mencionados de la siguiente manera: 9::3::6::3::3::4::4::4. En total son 36 temas.



Otro bosquejo sencillo del Sermón del Monte sería:

I. La vida del reino descrita     
A. Las características de sus ciudadanos nueve bienaventuranzas. Mt. 5,1-12
B. Su testimonio (sal, luz), Mt. 5.13-18
II.   La relación del Nuevo Pacto con el Viejo

A. El cumplimiento de la Ley. Mt. 5.17-20

B. Seis maneras en que el amor busca reconciliación. Venciendo a la ira, al maldecir, a la concupiscencia, al divorcio, al perjurio y a la venganza. Mt. 5.21-48

 III. La relación correcta con Dios y con bienes
A. Tres secretos (limosna, oración y ayuno). Mt. 6.1-18
B.   Vivir en confianza en vez de codicia. Mt. 6.19-34

IV. Aprender el discernimiento

A.  Juzgar comparado con discernir. Mt. 7.1-6

B.   Pedir y recibir. Mt. 7.7-12

C. Discernir lo verdadero de lo falso (Caminos, profetas, fruto, casas). Mt. 7.13-29.



Moisés y Cristo
Así como Moisés fue usado por Dios para unir a Israel en una sola nación, estando cuarenta días en el monte y bajando con la ley, así también con Jesús. Estuvo cuarenta días en el desierto y fue tentado. Vino después con su Nuevo Pacto, que era el cumplimiento de la ley—el Sermón del Monte. Esta paralela no es coincidente sino fue planeada por Dios para revelar la finalidad de las credenciales del reino del Nuevo Pacto.


LEA MAÑANA LA LECCIÓN 2


© 1986 por Guillermo McGrath
Publicaciones A.M