miércoles, 18 de junio de 2014

SAL DE LA CUEVA



“Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido”
1ro de Reyes 19:4-5

Esta es la ocasión en la que Elías siervo de Jehová huía de aquella impía llamada Jezabel; luego de que Dios le otorgará una gloriosa victoria sobre los profetas de Baal y que por su oración El Señor hizo llover luego de un largo tiempo de sequía. Luego de un bendición venía la persecución, cuantas veces no hemos atravesado eso los creyentes?.
Esta escena la hemos confrontado todos los siervos de Dios y con mucha frecuencia tenemos la misma reacción de Elías, la de atemorizarnos y escondernos; pensamos que una vez que derrotemos al enemigo en un frente ya todo paso, pero no es así, Satanás es como un perro con rabia, lo puedes golpear, apalear y siempre regresará a intentar morder.
El siervo de Dios salió huyendo de Jezabel y además cayó en un estado de depresión terrible, pues inclusive llegó a desear la muerte, que terrible!
El poder persuasivo del diablo es su arma más efectiva contra el pueblo de Dios, empieza a tratar de meterse en nuestros pensamientos para llenarnos de temor y hacer ver el problema más grande de lo que en realidad es. Elías regresaba de una gigante victoria, de ver la mano de Dios respaldar su ministerio, un hombre acostumbrado a ver las señales que El Señor obraba a través de él, sin embargo en el momento de la prueba aquel varón de Dios se atemorizó.
Nosotros somos especialistas en olvidar rápidamente lo que Dios ha hecho en y a través de nuestras vidas, cuando llega la prueba, el tropiezo en seguida se nos nubla los pensamientos y nos vamos a esconder en vuestra cueva.

En el antiguo pacto era común ver como Dios antes de enfrentar al enemigo le recordaba al pueblo las maravillas que había hecho, era la manera de colmarlo de fe y valor para que se esforzaran, que ideal es rememorar en nuestros días de aflicción la gloria que Dios ha manifestado en nosotros.
No podemos dejar que el enemigo nos arrebate la paz y el gozo amados hermanos, eso es el principio de la destrucción del creyente, por eso no debemos meditar en lo malo, debemos meditar y hablar las promesas de Dios hasta que se metan en  nuestros corazones.
Para Elías quizá era el fin, pero Dios tenía planes aun para su vida y su ministerio, luego de ese momento de tristeza El Señor lo levantó para ungir a Jehù como rey y a Eliseo como profeta.

Jehová está allí
“Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en él. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado”.
1ro de Reyes 19:11-12


Elias estaba acostumbrado a que El Señor se manifestara con señales sobrenaturales, pero no conocía que Dios también estaba en el silencio; asimismo sucede con nosotros, si no vemos una manifestación de poder no creemos, por ello muchos siguen hombres y ministerios, pensando que Dios solo se mueve en esas actividades, muchos en el desespero caen en errores doctrinales y piensan que si tal o cual predicador no oran por ellos, Dios jamás lo escuchara. PERO HERMANO DIOS ESTÀ ALLI, EN EL SILENCIO, EN TU TRISTEZA ESTA CERCA.

Hermano aunque Elías pensó que Dios no estaba con él, Era cuando más estaba, tanto así que fue arrebatado para no conocer muerte y para los días finales de la gran tribulación Elías continuara con su  ministerio de poder como uno de los dos testigos del apocalipsis.


“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”.
1ra de Pedro 5:7

EL SEÑOR NO HA PERDIDO UNA BATALLA Y LA NUESTRA NO SERÀ LA PRIMERA.


Se despide en El Señor tu amigo y Hno. David Criollo


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