domingo, 5 de octubre de 2014

¿Con la armadura de Saúl O con la investidura de Dios?

“…Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas.” 1ro de Samuel 17:39

Este versículo de la escritura corresponde a aquella ocasión en la que el pueblo de Israel había sido golpeado y atemorizado por Goliat. Este relato ha sido tema de muchas predicaciones y su contenido ha inspirado historietas, cuentos y hasta películas; pero hoy no rememoraremos aquella victoria grande que Dios por medio de David le propino a aquel gigante filisteo, nuestro mensaje va enfocado a extraer una preciosa enseñanza que nos dejaron los detalles que precedieron a aquel histórico acontecimiento y como la historia se ha repetido pero con actores distintos y en este caso espirituales.

Yo no puedo andar con esto:
Estas palabras de David nos marcan la ruta de esta reflexión; en medio de la derrota y el temor el ejército de Israel salió huyendo de aquel enemigo terrible, Saúl rey de Israel para la época en su desobediencia y habiendo sido desechado por Dios sabía que sus fuerzas no le daban para hacer frente a Goliat, ante aquel dramático y desesperanzador escenario, El Señor levantó a David a quién había escogido para tomar el trono por el rebelde Saúl,  aquel jovencito inexperto pero lleno de valor y confiando que la mano de Jehová iba delante de él, hizo oposición al filisteo, pero cuando se disponía a entrar en batalla se le presentó Saúl quien le hizo vestir con su armadura, aquel desobediente e irreverente quiso dar su propia estrategia humana a David. Pero esta historia se repite hoy, un grupo de líderes cristianos que han dejado la fuente vital de la escritura han querido vestir a la iglesia con mundanalidad, paganismo y carnalidad, con sus estrategias fundamentadas en el intelecto humano han querido enfrentar al gigante espiritual más terrible de todos los tiempos (Satanás), y al igual que Israel estos esfuerzos carnales han sido en vano, pues no solo el gigante sigue plagando de inmoralidad la tierra sino ya en muchos sectores ha minado la obra del evangelio.
Al igual que como Saúl mucho liderazgo cristiano ha fallado en sus aparentes métodos de piedad, pues claro no se puede vencer con armas carnales al enemigo espiritual; los únicos resultados de este ingenio de hombre han sido la apostasía, el ecumenismo y una profanación de los lugares santos.
Luis M. Ortiz escribió “¿Cuál fue el secreto del crecimiento fenomenal de la iglesia al principio?; Existe una razón principalísima: El Espíritu Santo. Sí, el Espíritu Santo, obrando a través de vasos limpios, firmes, rendidos y obedientes. Muchos predicadores eran verdaderamente ungidos por el Espíritu Santo. Vemos a Pedro lleno de la unción del Espíritu Santo predicando un gran sermón en el día de Pentecostés, 3 mil almas fueron salvas; vemos a Pedro y a Juan llenos del poder del Espíritu Santo sanando al cojo que se sentaba a la puerta del templo, y 5 mil fueron salvos por este lugar. Vemos a Pedro por la operación del don del Espíritu Santo, el don de la palabra de conocimiento, reprendiendo a Ananías y Safira por su engaño; como resultado los convertidos se afirmaron, los hipócritas se alejaron, y los que creían en el Señor se aumentaban en gran número.”
La iglesia primitiva no necesito ninguna idea humana para llevar adelante la sublime comisión de pregonar el santo evangelio; hombres de poca cultura confrontaron las instituciones políticas y religiosas de su época, trastornaron el mundo con una sola arma, LA PREDICACIÒN DEL EVANGELIO Y UN TESTIMONIO DE SEPARACIÒN DEL MUNDO.

Nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas:
David sabia cuál era la fuente de su poder, reconocía que era Dios quien lo había llamado, y confiaba que El Señor era responsable de él,; aquel joven pastor de ovejas no solo identifico que con el ropaje de Saúl no podría continuar, que esos métodos eran desconocidos para él y que además ya habían sido infructuosos, por lo tanto se deshizo de aquella armadura ajena y siguió adelante en el nombre del Señor y con una honda y cinco piedras que no llenaban el ojo humano pero que sabía que a Goliat no lo derribarían las piedras sino El Dios que pondría la piedra en aquel filisteo.
Hoy en el mundo espiritual sucede algo similar; la iglesia ha querido promover “avivamientos” por medio de festivales musicales, de obras teatrales, organización de congresillos dictados por hombres que están llenos de títulos pero vacíos de Dios, donde han sacado de sus itinerarios el mensaje de santidad y consagración; al final de aquellos espectáculos humanos solo quedan cuerpos cansados, personas emocionadas pero no convertidas y ante el mundo la iglesia arroja la apariencia de ser un club social de entretenimiento. Se ha convertido a los templos en almacenes de almas, donde la oración se ha dejado por los conciertos, donde la predicación se cambia por las interpretaciones de hombres y mujeres, la ineficacia de esta iglesia mundana ha avergonzado la fe una vez recibida por los santos.

Leonard Ravenhill escribió “Podemos tener un alto porcentaje de asistencia a la iglesia, con un bajo nivel de espiritualidad. Antes se echaba la culpa a los predicadores modernistas, hoy la aplicamos a la televisión, y aun cuando sé que ambas cosas son ciertas, quisiera preguntar a los predicadores: ¿No ha llegado el momento de confesar como aquel antiguo senador romano: «La falta, Bruto, está en nosotros»? ¿No es cierto que los grandes predicadores se han acabado y que la predicación ardorosa es un arte perdido? Hemos permitido que sermones de snack-bar, colmados de graciosos chistes, sustituyan el mensaje de vida o muerte a almas que están entrando perdidas cada día a la eternidad. ¿Procuramos traer en acción «los poderes del mundo venidero» en cada uno de nuestros cultos?”
En la actualidad son muchos los levitas ambulantes, hombres que han querido manipular en el nombre de Jesús para sus fines materialista, hoy en esta alocada carrera por construir y llenar mega templos se ha escondido debajo de los bancos la genuina predicación, los himnos espirituales se han cambiado por los taberneros ritmos de “le-lo-lai”; como la iglesia de Laodicea han sacado al Señor de la iglesia.

E. M Bounds escribió “Ninguna cantidad de dinero, genio o cultura puede hacer progresar el reino de Dios. La santidad dando energía al alma, haciendo arder a todo el hombre con amor, con deseo de más fe, más oración, más celo, más consagración, éste es el secreto del poder. Hombres así necesitamos, que sean la encarnación de una devoción encendida por Cristo. Cuando faltan, el avance de Dios se estaciona, su causa se debilita y su nombre desmerece. El genio (aun la más inteligente y refinada), la posición, la dignidad, el rango, el cargo, los nombres privilegiados, los eclesiásticos ilustres, no pueden mover el carro de nuestro Dios. Por ser de fuego sólo pueden empujarlo fuerzas ígneas. El genio de un Milton Fracasa. La fuerza imperial de un león falla.”
Así como David, cada creyente debe despojarse la armadura que los muchos saules de hoy le han querido poner, el mundo no necesita un foco apagado más en sus tinieblas, necesita ese mensaje que quebranta el corazón, que desnuda las intenciones del alma y que cuando la gente lo oye se convierte o se molesta.

D.L Moody escribió “es muy deseable que la iglesia crezca en la obediencia de modo continuo, sin necesitar lo emocionante. Mucha estimulación no es buena para la salud del cuerpo, pues nuestros nervios no pueden soportar una sobreabundancia de lo excitante. Si el cristianismo realmente va a cambiar al mundo, no será a través de lo emocionante: la religión espasmódica tiene que acabarse. Entonces, lo emocionante no se necesitará, porque los cristianos no dormirán la mayoría del tiempo, despertándose de vez en cuando. Y los ministros no necesitarán gastar sus vidas tratando de parar la mundanería en los miembros de la iglesia. Sin embargo, el estado de la iglesia actual no está suficiente maduro para no necesitar avivamientos. Hay demasiado de lo político y de otras diversiones que descarrían la iglesia de la santidad. Estas distracciones son las necesarias para precisar de un fuerte avivamiento para contrarrestarlas. Hasta que los cristianos maduren lo suficiente, cada esfuerzo de promover el cristianismo, sin avivamientos, será en vano. A mí, esto me parece como buena razón, y la historia de la iglesia demuestra que es la verdad. Mientras los cristianos viven casi de igual modo de los paganos, es imposible que Dios, o los hombres, promuevan la verdadera religión, sino sólo por medio de los avivamientos. Dios ha usado los avivamientos muchas veces en la historia de la iglesia para estimular a los perezosos a la obediencia. Por ejemplo, hay muchos que saben de su deber de obedecer a Dios, pero no lo cumplen a razón del temor de los hombres; temen las burlas de sus amigos. Otros tienen sus ídolos, y otros demoran en arrepentirse hasta que (según piensan ellos) hayan ganado muchas riquezas u otras cosas mundanas. Tales personas no van a abandonar sus vanidades hasta que sientan vergüenza por sus pecados y hayan sentido plenamente el peligro de estar eternamente en el infierno. Solamente entonces irán a Jesucristo para refugiarse.”


Amados del Señor es hora de despojarnos de la armadura del sincretismo religioso, de la armadura de la mundanalidad, es momento de soltar el aparataje y exhibicionismo humano, y retomar el camino perdido; SI, ES HORA DE RETOMAR EL CAMINO QUE CRISTO, LOS APÒSTOLES Y LA IGLESIA PRIMITIVA NOS MARCARON.


Se despide en El Señor tu amigo y Hno. David Criollo

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